La verdad prohibida sobre Jose Hijo De Jacob Revelada por un especialista

jose hijo de jacob

José es un soñador, el hijo consentido de su padre Jacob y por esta razón es envidiado por sus hermanos mayores que lo venden como ciervo, mintiéndole a su padre. Esclavizado en Egipto, José sufre humillación, privaciones y encarcelamiento. Pero su fe y su don para interpretar los sueños, pronto lo llevan a una situación con poder dentro del reino. En el instante en que sus hermanos vienen a él pidiendo ayuda, José responde de una manera asombroso. —Señor —aseguraron ellos—, de todas formas somos doce en grupo. Nosotros, sus siervos, somos todos hermanos, hijos de un hombre que vive en la tierra de Canaán.

A la vista de Benjamín José comprendió que sus hermanos le habían dicho la verdad en su primera comparecencia frente él, y les invitó a una fiesta en su casa. En la celebración logró que se sentaran exactamente según su edad, y honró a Benjamín con “una mayor ración”, como señal de distinción (caps. 42-43). Entonces se fueron a casa, sin sospechar que por orden de José su copa adivinadora había sido escondida en el costal de Benjamín. Próximamente fueron logrados, acusados del robo de la copa hermosa, la que buscaron y hallaron en la talega donde había sido escondida. En su consternación retornaron todos a casa de José, y se ofrecieron a sostenerse como sus siervos en Egipto, una oferta que José rechazó, declarando que solo retendría a Benjamín. Entonces Judá se suplica muy patéticamente que, por el bien de su adulto mayor padre, Benjamín debe ser despedido libre, y que se le dejase a él sostenerse en el sitio de su hermano como siervo de José.

Faraón Sube A José (génesis 41:1

estaba con José, de ahí que tenía éxito en todo al paso que servía en casa de su amo egipcio. Cuando los mercaderes ismaelitas llevaron a José a Egipto, lo vendieron a Potifar, un oficial egipcio. Potifar era capitán de la guardia del faraón, rey de Egipto.

Lo transportaron a él, adjuntado con los pequeños y las esposas, en los automóviles que el faraón les había proveído. Jacob se quedó estupefacto al oír la novedad, y no podía creerlo. Y ellos salieron de Egipto y retornaron donde vivía su padre Jacob, en la tierra de Canaán. José les dio vehículos, como el faraón había ordenado, y les dio provisiones para el viaje.

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El faraón mandó llamar a José de inmediato, y enseguida lo trajeron de la prisión. Después de afeitarse y mudarse de ropa, José se presentó ante el faraón. Una noche, el jefe de los panaderos y yo tuvimos cada uno de ellos un sueño, y cada sueño tenía su término. Esta vez vio siete espigas repletas de grano, robustas y hermosas, que medraban de un solo tallo.

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Las ocasiones y la seducción del vicio lo rodeaban por todos lados, pero él continuó como quien no veía ni oía. No permitió que sus pensamientos se detuviesen en asuntos prohibidos. El deseo de ganarse el favor de los egipcios no pudo inducirlo a ocultar sus principios. Si hubiera tratado de hacer esto, habría sido vencido por la tentación; pero no se abochornó de la religión de sus progenitores, y no hizo ningún esfuerzo por ocultar dado que adoraba a Jehová. La adoración de dioses falsos estaba cercada de toda la pompa de la realeza, sostenida por la riqueza y la civilización de la nación mucho más civilizada de ese instante.

En su segundo sueño, José ve el sol, la luna, y once estrellas inclinándose hacia su estrella. El sol y la luna representan Jacob y Lea (Rachêl en este momento había fallecido), y las once estrellas representan los once hermanos. El sueño, entonces, exhibe la constelación familiar inclinándose hacia José.

Potifar vaciló de esto, ya que conocía a José y sabía que era inútil de ello, pero por otra parte su mujer insistía bastante en que lo matara, así que Potifar escoge enviar a José a la prisión. Presenció el incremento y la prosperidad de su pueblo, y durante todos estos años su fe en la divina restauración de Israel la tierra prometida fue inconmovible. Tal como José fue vendido a los paganos por sus propios hermanos, Cristo fue vendido a sus contrincantes más enconados por uno de sus discípulos. El cariño de José hacia sus hermanos era profundo y desinteresado, y sintió mal frente a la idea de que le creyeran con la capacidad de abrigar un espíritu vengativo contra ellos.

El Evangelio es el mensaje para todas las naciones, más allá de la raza, la procedencia ni la cultura. Dios es el Salvador de esas personas que le abren su corazón y se arrepienten de vivir sin El. No hay pasto en la tierra prometida, pues todavía no era el tiempo. Esto representa que los Judíos que han recibido a Jesús en tiempo del Nuevo Testamento, empiezan la Iglesia en tiempos de Jesús debiendo dejar Jerusalén. Hay que pastorear las ovejas de Egipto para que conozcan al Señor, por dado que ellas bendicen con múltiples cosas. Faraón da lo señalado a Jacob, en tanto que es una bendición para él, para su pueblo.

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Intensamente impresionado por la interpretación clara y elogiable de sus sueños, y reconociendo en José una sabiduría mucho más que humana, el monarca le encargó la realización de las medidas prácticas que él había sugerido. Esta es la situación en la que hallamos a Judá, por quien, como sabemos, viene Jesucristo, el que intercede por nosotros en oposición al Padre. Pero aún hay mas que ver en esta enseñanza en la narración de Judá. De esta manera, Judá, está convenciéndonos de que el Padre padece por sus hijos y que debemos ser misericordiosos con nuestro prójimo, en un caso así siendo José el que está en el planeta, siendo misericordiosos con Israel, que es Jacob.

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