El Consejo del experto sobre el misterio en Jeremias al descubierto

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Andad en este momento a mi rincón en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. les voy a hacer morar en este rincón, en la tierra que di a nuestros progenitores para toda la existencia. Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por torre; vas a conocer, ya que, y examinarás el camino de ellos. Hija de mi pueblo, cíñete de cilicio, y revuélcate en ceniza; ponte luto como por hijo único, llanto de amarguras; pues próximamente va a venir sobre nosotros el destruidor. ¿Para qué exactamente exactamente a mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana?

5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 3 Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta la meta del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto. 2 Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado.

Sobre Judá Y Jerusalén

para poner su tierra en desolación, objeto de broma perpetua; todo el que que pasare por ella se asombrará, y meneará la cabeza. En un instante charlaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y remover. Será como la retama en el desierto, y no va a ver en el instante en que viene el bien, sino más bien morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y despoblada. Y vas a perder la heredad que yo te di, y te haré ser útil a tus contrincantes en tierra que no conociste; pues fuego habéis encendido en mi escandalo, que para siempre arderá. Pero primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; pues contaminaron mi tierra con los cadáveres de sus ídolos, y de sus abominaciones llenaron mi heredad.

No serán recogidos ni sepultados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra. Y voy a hacer cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del marido y la voz de la mujer; pues la tierra será desolada. Pues no charlé yo con nuestros padres, ni nada les mandé sobre holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Los hijos recogen la leña, los progenitores encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para llevar a cabo tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses extraños, para provocarme a furia.

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Por visto que hete aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus curas, y el pueblo de la tierra. Tú, puesto que, ajusta tus lomos, levántate, y háblales todo lo que te mande; no temas enfrente de ellos, para que no te lleve a cabo yo quebrantar delante de ellos. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; por visto que yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte. Las expresiones de Jeremías hijo de Hilcías, de los curas que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín. Dios nos deja entender la verdad, Su verdad… y aún en medio de las muchas voces que cubren este planeta, tenemos la posibilidad de oír su voz y comprender que únicamente Él tiene palabras de Vida Eterna. Dios nos separa, al dejarnos admitir a Jesús como nuestro Señor y Salvador nos elige, nos hace novedosa creación, nos hace sus hijos.

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La palabra de Jehová que fue á él en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año décimotercio de su reinado. Dios sabía a todo cuanto sus siervos se tendrían que combatir, y por esa razón, les manda esta palabra de protección, y compara al profeta, como un muro fortificado de bronce, al cual atacaran, pero no lo vencerán. En los días del profeta Jeremías, Dios llamaba a sus siervos para llevar el mensaje a su pueblo y asimismo a las naciones paganas, y en el momento en que ellos conversaban hablaban, se levantaban guerras y los oprimían para que guardaran silencio. “Almacena tus pies de caminar descalzos, y tu garganta de la sed” (vers. 25).

Quebrantamiento sobre quebrantamiento es anunciado; por dado que toda la tierra es destruida; de pronto son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas. El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación; tus ciudades quedarán asoladas y sin morador. En esos tiempos van a ir de la casa de Judá a la vivienda de Israel, y van a venir juntamente de la tierra del norte a la tierra que hice heredar a nuestros progenitores. Y sucedió que por valorar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño. Alza tus ojos a las alturas, y ve exactamente en qué rincón no te hayas prostituido. Al lado de los caminos te sentabas para ellos como árabe en el desierto, y con tus fornicaciones y con tu maldad has contaminado la tierra.

De dolorosas anomalías de la salud van a morir; no van a ser plañidos ni enterrados; van a ser como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con apetito van a ser consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. Y te haré ser útil a tus enemigos en tierra que no conoces; pues fuego se ha encendido en mi escandalo, y arderá sobre vosotros. Uy de mí, mi madre, que me engendraste hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Y el pueblo a quien profetizan será echado en las calles de Jerusalén por apetito y por espada, y no habrá quien los entierre a ellos, a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas; y sobre ellos derramaré su maldad.

El Señor desafió a Judá a soliciar asiste para los ídolos en este momento que la destrucción la amenazaba. “…dromedaria ligera que tuerce su sendero, asna montés… que en su ardor olfatea el viento” (vers. 23-24). La imagen indica que, de la misma manera que el dromedario o el asna montés en temporada de celo corre por doquier buscando pareja, de este modo Israel corría tras dioses falsos. Judá había caído en la idolatría, o adulterio espiritual, con dioses falsos, y había participado asimismo en prácticas inmorales. El pueblo del Señor se había distanciado de El (véase vers. 5), y “trocado su gloria con lo que no explota” (véase vers. 11). El Señor preguntó qué falta hallaban en El para justificar el alejamiento del pueblo.

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En su condición extrema, como una ramera rechazada por sus viejos amantes, Judá procuraría asistencia en sus dioses falsos en una forma aún más desesperada, pero no la encontraría. El profeta continuó con el simbolismo del casamiento, el que empezó a utilizar en el capítulo 2, versículo 32 (véase Comentarios sobre Oseas en lo que hace referencia al empleo de este mismo simbolismo). “¿Se olvida la virgen de su atavío?” (vers. 32; véase asimismo vers. 33-34). En contraste a la novia que se adorna con castidad y lealtad a su marido, esta novia de Judá se encontraba con las faldas manchadas, las que eran tan obvias que no se precisaba buscar para hallarlas. Israel se había vuelto tan experta en el mal que podía educar acerca de la idolatría aun a las prostitutas experimentadas (véase vers. 33). Aun los juicios del pasado, tal como la caída del reino del norte y el sitio de Judá por Asiria, no fueron suficientes para conseguir que el pueblo se arrepintiera.

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