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2 Numa XVII, 3. de esta ley, ni Catón ni el Ps. Asconio 13. Pero ¿de qué forma meditar que Ga­ yo, en una temporada en la que los intereses eran legítimos, pudiese refe­ rirse a una prohibición radical de estos? Considerablemente más lógico es meditar que el término feneratores designase a usureros, acreedores que cobraban intereses más altos de lo permitido.

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158 Véase asimismo Ov. Asimismo Hor. II, 2, 81, donde se charla de vacuas Atheas, es comprendido por varios como prueba de la caída pero quizás el sentido sea distinto, como observan Wachsmuth, Grainder y Day. Aparte de esto Plut. VIII (413 F-414 A) Dión Cris.

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XIII, 3-4. 40 De re r. I, 17, 5. en Africa y enviados Rom a22; 25.000 fueron apresados en Agrigent o 23.

  • Solo podemos conjeturar que se había mostrado más sensible a los intereses del trabajo, puesto que el jefe de la escuela proculeyana, M.
  • Con múltiples limitadas reducciones, el denario, co­ mo observaremos, prosiguió siendo la moneda fundamental de plata del Esta­ do De roma.

87 Forbes, Technology I X 2, 278. XXXIV, 15, 149. XLI, 27, 5 para los contratos de los censores en el 147 a. C.; Proc. de bell Goth.

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No obstante, A lfeno49 había distinguido ahora agudamente entre la prestación del lavandero y la del orfebre, en tanto que en el primer caso la obra no implicaba ninguna transformación de la materia, al paso que en el segundo se creaba un nuevo objeto. Por lo relacionado a la prestación de trabajo no asemeja establecida la opinión de quienes piensan que en su origen los contratos de labor se referían al trabajo de los esclavos y juzgan por consiguiente, excepcionales las relaciones concernien­ tes al trabajo libre. Tal opinión no tiene en cuenta que la economía romana conoció la difusión masiva de los esclavos solo durante el pe­ ríodo de expansión imperialista, al paso que el empleo de trabajo ajeno existió desde temporadas remotas. hecho de la recepción. En este momento Alfeno Varo, que vive en el último siglo, conoce la actio oneris aversi, que se concedía contra el nauta que hu­ biera obrado con estafa sobre la carga a él confiada50. Las acciones para el hurto y el daño son probablemente anteriores ai edicto de M, Terencio Lúculo sobre la rapiña, y por lo tanto al 76 a.

X, 14; Flor. II, 7, 1-2; Oros. II, 15, 5. III, 24, 6 s.

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b.c., 1, 29, 130; Plut. 23 De vir. LXXIII, 5; Cic. pro Balb. I, cien, 470; 104, 489; según Livio per.

XXXIII, 1 , 16. minerales, pero por otro lado se cultivaba con métodos rudimenta­ rios y quizás sin abonos naturales. Nuestro empleo del arado, un género de arado primitivo del que contamos novedad principalmente por las Geórgicas de Virgilio23, era poco aconsejable en extensiones no enorme­ des de lote, por dado que ni siquiera el producto de siete yugadas es su­ ficiente para alimentar al unísono a los animales y al hombre. El hombre tenía, puesto que, que cavar la tierra con bastante trabajo y en más de una ocasión para hacerla fértil. Es­ ta era la producción del trigo, que se sembraba en la medida de 4-5 modios por yugada, o sea 34,92-43,65 litros, lo cual significa, en el supuesto de una producción media de siete veces la semilla, 244,44-305,55 litros por yugada. Esta cosecha sirve para el trigo.

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I, 34 , 2. Pintura pom peyana, fig. LU I, 5 en Rostovzev; W hite, Y asimismo quipm en t, 47. Sobre C tesip o ., D iod . I, 37, 3; Vitr.

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Lo que importa es admitir su vida antes aún de la fecha de 269, ubicada por las fuentes literarias como comienzo de la acuñación de plata8, ya que estas no tienen la oportunidad de sino más bien referirse a la fecha en que Roma procedió direc­ tamente a la emisión de moneda. Tal fecha para el comienzo de la mone­ da de plata propiamente romana es evidente y sólo puede debatir­ se la sucesión de los distintos tipos de moneda. Naturalmente, corres­ ponde frente todo a los numismáticos aclarar esta cuestión y elegir si didracmas y cuadrigatos son los modelos considerablemente más viejos y el denario mucho más reciente. Pero la tesis de Mattingly y otros, que situaba el origen de 7 D y también rep. II, 35, 60; Fest.

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