dos Dic 2017
Escrito por: Gema de las Heras
Todos los hombres sostienen una lucha en su psique entre fe y también incredulidad. Cuando uno tiene fe, cree y tiene la convicción de que las cosas son posibles de conseguir, posibles de lograr y posibles de lograr.
La fe debe lograr cualquier área de nuestra vida y cualquier situación en la que nos hallemos. En el instante en que consideras que algo está perdido empiezas a darle paso a la incredulidad que es justamente lo opuesto a la fe. La carencia de fe reduce nuestras fuerzas, nos hace empalidecer y frena nuestro avance.
La biblia nos habla de una mujer que decidió tener fe en un tiempo bastante difícil de su vida. Marcos 5 cuenta que a lo largo de doce años esta mujer padeció de hemorragias, había sufrido mucho a manos de muchos médicos y había gastado en ellos su fortuna sin lograr nada, sino más bien ir de mal a peor. Aquella mujer había oído charlar de Jesús y confundiéndose entre la gente, llegó hasta él y por detrás le tocó el mantón, diciéndose a sí. “Sólo con que toque su mantón, me curaré”. Y ciertamente, le desapareció inmediatamente la causa de sus hemorragias y sintió que había quedado curada de su enfermedad. Jesús se dio cuenta que poder había salido de él y estando en la mitad de tanta gente preguntó. ¿Quién ha tocado mi mantón? La mujer, con miedo pues sabía lo que le había pasado se postró a los pies de Jesús y le contó toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, libre ya de tu enfermedad”.
Te invito a que tomes la resolución en tu corazón de pensar en este día y no ser descreído pues Jesucristo puede mudar tus circunstancias en un momento si decides opinar en Él.
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