La indiscutible situación sobre Jeremias que absolutamente nadie está haciéndote comprender

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Hicieron que su lengua lanzase patraña como un arco, y no se robustecieron para la verdad en la tierra; pues de mal en mal siguieron, y me han irreconocible, dice Jehová. Oh, quién me diera en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado. Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles tremió toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, a la localidad y a los moradores de ella. Por consiguiente, voy a dar a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el mucho más pequeño hasta el mucho más grande cada uno de ellos prosigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, en ya que de quienes anduvieron, a quienes preguntaron, y ante quienes se postraron.

¡Ay de mí, madre mía, por el hecho de que me diste a luz como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Sólo que no les rebeléis contra el SEÑOR, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, puesto que van a ser presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el SEÑOR está con nosotros; no les tengáis miedo.

Tremendos Beneficios De Cultivar Una Percepción Mas Grande De Dios

Uno puede ser un Enoc y edificar Sión, o un David O. McKay y presidir la Iglesia en tiempos de paz y prosperidad. Otro puede ser un Mormón o un Jeremías y tratar en balde de socorrer a un pueblo rebelde y reincidente. Examinemos la lección que nos enseña Jeremías al paso que estudiamos este enorme profeta.

Los tiempos de la marcha por el desierto tenían todo el atrayente del “primer amor” (2. 2-3). Pero únicamente entró en la Tierra prometida, el Pueblo contaminó el suelo con sus ídolos. Como una mujer infiel, abandonó al Señor, la “fuente de agua viva”, para cavarse “cisternas resquebrajadas” inútiles de retener el agua (2. 13). Jeremias somos todos, solo debemos dejarnos asesorar y dejar que la palabra de Dios penetre en lo mas profundo de nuestro ser. esto es castigar al rebelde y reconstruir – plantar socorrer al que admita la palabra.

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Jeremías será profeta pues su forma de meditar, charlar y vivir revelará al pueblo las supones de Dios. Un Dios madre que le ha habitual y tejido desde el seno y que como un amigo le mostró su intimidad consagrándolo, en este momento le da una misión universal. En el desenlace de sus días se dice que fue llevado a Egipto y más allá de que no hay registro de su muerte, tras varios intentos, su pueblo lo habría matado. Nadie le logró caso, solo su secretario, Barúc, quien le escribía todas las cartas, rollos y libros, fue el único que se volvió a Dios por el mensaje del profeta.

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Esto apunta que Dios se encontraba listo para cumplir su palabra velozmente, justamente como el almendro semeja estar listo para brotar. (11-12) La primera lección de Jeremías en su entrenamiento de profeta. Dios llamó a estos 2 gigantes – tanto Josías como Jeremías – para servirle a Él y a su pueblo al tiempo. Cada uno apoyaba al otro y más allá de que no dejaron a una Judá transformada, sirvieron a Dios fielmente y removieron cada explicación que Judá ha podido haber brindado por el juicio que esporádicamente vino a través de Babilonia. Jeremías se sostuvo estable, soportó rechazo, castigo, persecución, fue encerrado y dejado en una cisterna, una especide de calabozo profundo y maloliente.

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Y después que los haya arrancado, volveré y tendré clemencia de ellos, y los haré regresar cada uno a su heredad y cada quien a su tierra. Sobre todas y cada una de las alturas del desierto vinieron destruidores; pues la espada de Jehová devorará desde un radical de la tierra hasta el otro; no va a haber paz para ninguna carne. Fue puesta en asolamiento, y lloró sobre mí desolada; fue devastada toda la tierra, pues no hubo hombre que reflexionase. Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos lamento ni oración; porque yo no oiré en el día que en su aflicción clamen a mí. Por dado que según el número de tus ciudades fueron tus dioses, oh Judá; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, pusiste los altares de ignominia, altares para sugerir incienso a Baal. Y también irán las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalén, y clamarán a los dioses a quienes queman ellos incienso, los que no los van a poder socorrer en el tiempo de su mal.

Y les voy a dar corazón a fin de que me conozcan que yo soy Jehová; y me van a ser por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; por el hecho de que se volverán a mí de todo su corazón. Ya que voy a poner mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los voy a arrancar. Hete aquí, afirma Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus patrañas y con sus adulaciones, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, afirma Jehová.

Vio a su pueblo sufrir las secuelas de su pecado, su derrota, destierro y destrucción. Lloró y hasta prácticamente renuncia frente al Señor por no soportar mucho más su dolorosa labor. Jeremías proviene de una tierra de la tribu de Benjamín, Hijo de Jilquías.

• Ya que desde el considerablemente más chaval de ellos hasta el mucho más grande, cada uno de ellos prosigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.

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Ellos te declararán la guerra, pero no van a poder vencerte, ya que yo estoy contigo para ampararte, palabra de Yavé. Este capítulo está repleto de metáforas y comparaciones con las que el profeta Jeremías ilustró el estado espiritual de Judá. No debía celebrar ni comer con amigos en Jerusalén (véase vers. 8), puesto que el festejo era señal de celebración; y comer juntos, un símbolo de fraternidad. Además de esto, Jeremías recibió el mandamiento de argumentar muy precisamente al pueblo las causas de su conducta tal como las causas de los castigos que vendrían. La osadía de la declaración de Jeremías puede llegarse a comprender solo al rememorar la importancia que las reformas de Josías brindaron al templo en el año 621 a. En un intento de eliminar la adoración de ídolos, Josías había hecho del templo el único ubicación de adoración donde los judíos podían hacer sacrificios a Jehová.

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