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Ese fue el destino de los auténticos profetas, ése el destino del mismo Hijo de Dios, que asumió la muerte en Cruz para la reconciliación entre Dios y los hombres. Mas Cristo logró de su padecimiento en la Cruz el sendero a la genuina y también inmarcesible gloria. Por su Cruz nos redimió y por su resurrección venció el poder del pecado y de la desaparición, abriendo para nosotros el sendero a la vida eterna, en la plena comunión con Dios. Los discípulos deben correr la misma suerte que el Instructor.
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Mateo 16:24 Reina Valera 1960
Siempre y en todo momento y en todo momento se le lista primero en el catálogo de los seguidores. La vieja palabra griega ekklesia no era principalmente una palabra religiosa para nada; solo significaba “conjunto” o “grupo llamado”. Al detallar el grupo futuro de Sus seguidores y discípulos, Jesús escogió deliberadamente una palabra sin un significado precisamente religioso.
Jesús padecerá bastante a manos “de los jubilados, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los redactes.” Estos tres conjuntos forman el Sanedrín, la suprema corte de los judíos. No son los peores hombres los que matan a Jesús, sino los mejores. Estos no tienen autoridad legal para sentenciar a muerte, pero van a elegir a nombre de la nación que Jesús debe fallecer.
La Biblia De Las Américas (español) Bla
Esas espinas florecerán con rosas de inmortalidad y de genuina realización. No son espinas que destruyen, como aquellas que portan las “rosas del mundo” y sus bienestares. Yacen ocultas tras las rosas y traicioneramente te hieren por lo menos lo esperas. Las rosas que recopila el mundo para hacerse una corona de gloria se mustian, se deshojan, y al final solo quedan las espinas que punzarán eternamente.
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Muy con frecuencia la vida es una popularizada pelea entre distintas egos y los derechos particulares. En Lucas 9.23 se dice que debemos tomar la cruz cada día. Merced a la naturaleza carnal de cada leal, de cada discípulo, el egoísmo tiene muchas ocasiones de aflorar nuevamente. La victoria sobre el egoísmo pasa por la cruz, lo que acarrea negarse a sí mismo, soportar y fallecer a los impulsos que desean proteger, consolidar, exaltar y difundir el ego.
La cruz no tenía que ver con autopromoción o autoafirmación. La persona cargando la cruz sabía que no se podía socorrer a sí. “Cada cristiano debe ser un cruciano, ha dicho Lutero, y hacer algo considerablemente más que esos frailes que se hicieron cruces de madera, y las llevaron en sus espaldas continuamente, haciendo que todo el planeta se riese de ellos”.
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- á; pero el que pierda su historia por mi causa, la hallará.
“Pues todo el que desee salvar su historia, la perderá; y todo el que pierda su historia por causa de mí, la encontrará”. Si tú esperas tener una relación con Dios, que jamás requerirá padecimiento o inconveniencias, entonces tú no puedes utilizar a Cristo, como tu modelo. Primero, tomar tu cruz, y después, proseguirlo. Tú jamás lograras soportar el sufrimiento de la cruz, A MENOS QUE ESTÉS CONVENCIDA DE QUE JESÚS ES EL CRISTO. Cuando hayas resuelto tu relación con Cristo, Él te presentará tu cruz.
Pero no es moco de pavo saber su situación histórica. indudablemente está en un contexto lógico con el v. 27. Pecando, el hombre había cubierto su ruta de óbices, pero esta ha sido superada en el momento en que Cristo la pisó con su resurrección y asimismo hizo, de un camino configurado, una avenida digna de un Rey. La humildad y la caridad son los dos pies que dejan desplazarse con velocidad. Todos somos atraídos por las alturas de la caridad, pero la humildad es el primer peldaño que es necesario subir.
El desatar era liberar de la ley, el atar era someter bajo la ley. “Su sentido regular, como cualquier judío reconocería era permitir y prohibir. El atar algo era declararlo contraindicado; el desatarlo era declararlo permitido. Estas eran oraciones regulares para tomar resoluciones respecto a la ley”.
Nuestra enorme tentación es la de emplear nuestro tiempo y esfuerzo para hallar las metas de este mundo. Entonces, en el momento en que contamos éxito a los ojos del mundo, entonces procuramos la forma de traer a Dios a nuestro mundo, honrándolo con nuestro éxito. Jacobo y Juan deseaban un discipulado que no les impidiese “para nada” sus deseos y pretensiones. Como ellos, nosotras mencionamos, “Señor, quiero complacerte, ¡SI!
