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lucas 15 11-32
Al finalizar la segunda semana de Cuaresma somos invitados de nuevo a contemplar el corazón del Padre para dejar reavivar en el nuestro la alegría de sentirnos hijos, podernos hallar considerablemente más intensamente con Él y recobrar nuestra actitud de hermanos. “Había que realizar fiesta y alegrarse ya que este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida”. Si eres el Hijo Prodigo- Si te alejas de la Casa de tu Padre y te pasan cosas horribles, hay que evocar que el libro de Oseas, el libro de los Jueces, en este pasaje, Cristo en Lucas 15- enseñan que tan colosal es el cariño de Dios para el mundo. Dios está aguardando que vengas a casa- que te arrepientas de tus acciones pecaminosas, que pidas perdón, y Dios está aguardando para ofrecerte el anillo de heredero, el becerro gordo, música y danzas- por que su hijo que estaba fallecido está vivo. Nunca entenderemos el enorme amor de Dios hacia nosotros. De acuerdo a esta parábola, Jesús nos dice que siempre habrá un espacio en el corazón de Dios para los que deciden regresar a él y ser perdonados de sus pecados.
En el instante en que este sale a convencerlo, al mayor le pierde la boca. Sus expresiones no tienen desperdicio por visto que especifican hasta qué punto el hijo mayor se encontraba asimismo perdido sin determinar irse de casa. Esta está en las parábolas mucho más preciosas del Nuevo Testamento. En ella se expone el cariño, la clemencia y la paciencia del Padre de los cielos para con las criaturas que hizo a su imagen y semejanza. Tradicionalmente, esta parábola se identifica con el nombre de “El hijo pródigo”, que más allá de que pertence a las perspectivas probables para el análisis, la más importante y el centro cerca del como giran todas las demás, es la visión de “El Padre amoroso”.
Escena Nº 3: El Hijo Mayor Que Estaba Perdido (lucas 15:25
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Únicamente estando en el fondo es capaz de considerar el regreso a su casa. Dios recurrentemente utiliza la adversidad a fin de que volvamos a la cordura. En la mayoría de las ocasiones, nosotros provocamos nuestra pobreza, pero Dios siempre y en todo momento está ya listo para redimir nuestra pobreza. Dios maneja el tema de realizar de Resurrecciones de nuestros Viernes de crucifixión.
La obra que Dios empezó en ellos, la completará aun en el instante en que nosotros no lo observemos con nuestros propios ojos. Esta es la seguridad que poseemos en nuestro Padre celestial. El hijo pródigo exhibe una actitud humilde, y reconoce y acepta dentro suyo el cariño del padre, al paso que el hijo mayor se autojustifica presentando sus méritos y juzgando al mismo tiempo. Esta parábola refleja el cariño del padre hacia sus hijos alén de que estos han pecado contra él; el cariño y la felicidad del padre hacen viable que se acceda a él arrepintiéndose.
, traigan la mejor túnica que haya en la vivienda y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para sus pies. El hijo hizo un intento de abrir su boca para exteriorizar y expresar lo que había en su arrepentido y despedazado corazón, PERO NO le dio tiempo; el Padre NO le dejó ni hablar. Fétido, con fragancia a cerdo, mugriento, esquelético, sucio, … pero el padre «LO BESÓ», según la palabra en el heleno original del Nuevo Testamento, significa que lo besó efusiva y reiteradamente.
lucas 15 11-32
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- Hoy podemos leer el evangelio como la parábola del Padre que nos revela el cariño único y también incondicional por el hijo pecador y hace celebración porque es famoso por Él como padre, y también invita al hijo que se consideraba justo a fin de que reconozca a éste como hermano.
De verdad, esta perspectiva es cónsona con ámbas parábolas que le preceden. El hijo pródigo al regresar a casa representa al pecador penitente. El hijo menor dilapidó toda la herencia “viviendo perdidamente.” ¿Cuántos no hacen lo mismo, desperdiciando la vida en cosas que no son de beneficio? Al vivir de esa manera, el dinero no alcanzó para vivir bastante tiempo.
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El hijo pródigo es capaz de sentir el peso amoroso y estricto del Abrazo por el hecho de que sintió el peso de los talentos y denarios que el Padre le puso en sus manos. “El Padre salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos”. El segundo ademán del Padre es el de su abrazo. Le implicó todo un tiempo de “estar esperando”.
Al tiempo, sin la Fuente del bien, se marcha viniendo abajo, por el hecho de que el planeta no posee sin Dios el sendero, ni la verdad, ni la vida. Se separa del Padre que le “oprime” pero con todo lo que Él le ha dado, hasta precisamente exactamente la misma vida, que no quiere reconocerle. El padre reafirma al hijo mayor que la presencia del hijo menor no interfiere el aprecio del padre por el hijo mayor ni la herencia del hijo mayor.
Aprieta los ojos y, quizás, solicita a uno de sus esclavos de echar una ojeada. En el momento en que por último se atreve a creer que este es su hijo, su corazón se llena con compasión y sus ojos con lágrimas. Ahora sin poder contenerse, hace a un lado toda dignidad y corre para abrazar a su hijo de quien ha inquietante que estuviera muerto. Es este instante, lleno de felicidad, que hace esta una parábola tan querida. En contestación a las murmuraciones de los fariseos y escribas, Jesús relata tres parábolas, únicamente la tercera de ellas se incluye en el pasaje bíblico de esta semana. Para cuando llegamos en el desenlace de esta tercera parábola, es simple olvidar la murmuración que provocó el relato de estas parábolas.
La parábola además es una manera de contestación a la vieja composición popular jerárquica, establecida en el papel del padre, patrón, rey, Dios. Jesús proporciona una estructura mucho más humana y también igualitaria, donde el método economicista del salario y de la mercancía es sustituido por el método humano y divino del don, de la gratuidad y consecuentemente de la independencia. En cambio el hijo mayor no comprende el abrazo ya que no entendió el primer ademán.
