Lo que debe Estudiar Sobre Sis Semper Calumniam Sustinens y por qué razón

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Además toda enfermedad y toda plaga que no está redactada en el libro de esta ley, JEHOVÁ la enviará sobre ti, hasta el día de hoy en que tú seas destruído. Servirás por consiguiente á tus contrincantes que enviare JEHOVÁ contra ti, con apetito y con sed y con desnudez, y con falta de todas y cada una de las cosas; y él va a poner yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte. El extranjero que va a estar en la mitad de ti va a subir sobre ti altísimo, y tú serás puesto bajísimo. JEHOVÁ va a llevar á ti, y á tu rey que hubieres puesto sobre ti, á gente que no conociste tú ni tus padres; y allí servirás á dioses extraños, al palo y á la piedra. Tu buey va a ser matado enfrente de tus ojos, y tú no vas a comer de él; tu asno será arrebatado de enfrente de ti, y no se te volverá; tus ovejas van a ser dadas á tus enemigos, y no vas a tener quien te las salve.

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Lo mismo sucede con la incredulidad de Zacarías. Fue castigado con la mudez; pero no de ahí que dejó de cumplirse la realidad del mensaje, que debía manifestarse a su tiempo. Así, es así mismo como a través del honor y de la afrenta progresan los santurrones. Se sienten atraídos por la vanidad humana, y al mismo tiempo reciben gracias poco comúnes. No tienen la posibilidad de olvidar lo que son en el instante en que por el favor de Dios perciben algo que les excede.

• joven, y has sido alto a la cima pontifical, enseña a los pueblos, y enriquece los almacenes de Roma con las novedosas cose­ chas de Africa.
• Esto, como ahora se ha dicho, le era irrealizable en su categoría divina.

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para ti su buen tesoro, los cielos, para ofrecer lluvia a tu tierra a su tiempo y para bendecir toda la obra de tu mano; y tú prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado. 4Bendito el fruto de tu vientre, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el aumento de tus vacas y las crías de tus ovejas. Y JEHOVÁ te esparcirá por todos y cada uno de los pueblos, desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo de ella; y allí servirás á dioses extraños que no conociste tú ni tus padres, al leño y á la piedra. Y quedaréis en poca gente, en rincón de haber sido como las estrellas del cielo en multitud; por cuanto no obedeciste á la voz de JEHOVÁ tu Dios.

Que el Espíritu Santurrón fue enviado para llevarnos asta el segundo. No obstante, en ninguna parte se dice que el Padre, aunque siempre y en todo momento obra con el Hijo y el Espíritu Santurrón, haya bajado del cielo o fuera enviado a la tierra. Me solicitaste, hermano Godofredo, que te pusiera por escrito y con relativa extensión lo que prediqué a los hermanos sobre los grados de humildad. He intentado agradar tu ruego como se merece, si bien con temor de no poder realizarlo. Te confieso que nunca se separaba de mi cabeza el conseje del Evangelio.

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Loquere, quod credis; publice praedica, quod misterio discipulis loqueris. Qui dicis te habere arbitrii libertatem, quare non libere, quod sentis, loqueris? Aliud audiunt cubiculorum tuorum segrega, aliud nostrorum populi. Etenim uulgus indoctum non potest arcanorum tuorum onera sustentare nec capere solidum cibum, quod infantiae lacte contentum est. Necdum scripsi et comminaris mihi rescriptorum tuorum fulmina, ut scilicet hoc ti­ more perterritus non audeam ora reserare, et non animaduertitis idcirco nos scribere, ut uos respondere cogamini et aperte aliquando dicere, quod pro tempore, personis et locis uel loquimini uel tacetis.

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De esta manera se va a ver libre de la vanidad, y la realidad de la revelación no padecerá menoscabo.§ 3 Sic Pauli extollentia per stimulos carnis reprimitur, et ipse revelationibus crebris attollitur. Sic Zachariae infidelitas linguae obligatione mulctatur, et Angeli veritas suo in tempore manifestanda non mutatur. Sic, sic per gloriam et ignobilitatem sancti proficiunt, dum inter singularia dona quae recipiunt, gratiam supra se aliquid cernunt, non obliviscantur quod sunt.Así, la vanagloria de Pablo se refrena con el aguijón de la carne; al tiempo que su persona es afortunada con usuales revelaciones.

La carta es del mismo tiempo que la previo, año 407, aun­ que escrita primero según Cavallera (Saint Jérôme, 1,311, n.l). paciencia admirable con que asimismo tú, teniendo a tu conciencia por único consuelo, llevas en este momento la increíble enemistad del que en otro tiempo fue muy amigo y también íntimo tuyo? ¿Quién no ve de qué manera todo lo que él anda propagando, y que quizá es creído por ciertos, tú lo transformas en esas «armas de la izquierda»15, con las que hay que batallar al demonio no menos que con «las de la derecha»? Con todo, preferiría que aquél fuera más moderado, a verte a ti armado de esta manera. Es un grande y triste misterio que de semejante amistad se haya podido llegar a tal enemistad. Sería una alegría incomparablemente mayor que tal enemistad terminara en la con­ cordia de otro tiempo.

Eva, tú vas a vivir en el paraíso, para cultivarlo y guardarlo en compañía de tu marido. Si cumples lo ordenado, vas a pasar a otro rincón mejor, donde por el momento no deberás ocuparte de trabajo al uno ni de inquietarte por cuidarlo. Se te permite comer de todos los árboles del paraíso, excepto del llamado de la ciencia del bien y del mal.

Quae cum ita sint, quaerenda causa atque reddenda est, quare damnentur animae, quae nouae creantur singulis quisbusque nascentibus, si praeter Christi sacramentum paruuli moriantur. Dam­ nari enim eas, si sic de corpore exierint, et sancta scriptura et sancta est testis ecclesia. Vnde illa de animarum nouarum creatione senten­ tía, si hanc fidem fundatissimam non oppugnat, sit et orina, si oppug­ nat, non sit et tua.

De aquí se prosigue que el espíritu, zarandeado por esa incesante movilidad de los ojos, y totalmente extraño al cuidado de sí mismo unas veces desea encumbrarse por la soberbia y otras queda abatido hasta lo mucho más profundo por la envidia. Tan pronto está lleno de maldad y se consume de envidia, para después reírse como un niño frente su gloria. La primera actitud respira maldad; la segunda, vanidad ; y ámbas, soberbia. Ya que el cariño de la propia gloria es lo que le hace sentir dolor con lo que le excede y alegría de sentirse superior. También José adivinó su exaltación.

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