La absoluta verdad sobre Mateo al descubierto

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No tenemos la posibilidad de ser siervos de Dios y del dinero al mismo tiempo; no podemos añadir unos centímetros a nuestra estatura por el hecho de afanarnos. Comer, beber y vestirse no deben constituir elementos de nuestras intranquilidades. Esta es en esencia la recomendación general de Jesucristo relatada por Mateo en su evangelio, capítulo 6. “No les acumuléis bienes en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y hurtan; sino más bien acumulaos recursos en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni hurtan;”. 19 No amontonen recursos en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones horadan las paredes y los roban.

»No guardes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y birlan. \\\’No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a hurtar. Jesús percibió que los hombres de su tiempo vivían para conseguir un vestuario vistoso, para acumular en sus graneros y atesorar en sus hogares. No obstante, Jesucristo asegura la insensatez de amontonar riquezas y encara a sus discípulos con los valores que tienen sentido de eternidad y no están sujetos a los vaivenes de este mundo.

Guía Mateo 6:19

Jesús deseaba que Sus acólitos demostraran su fe de una manera auténtica y franca, primero delante de Dios y después delante de los hombres. Él ahora les había enseñado de qué manera la justicia de ellos debía sobrepasar la justicia de los escribas y los fariseos para lograr ingresar en el reino. En los estudios anteriores, hemos visto de qué forma la veneración y el servicio práctico tienen la posibilidad de ser hechos para el Señor y, de esa forma, eludir la hipocresía.

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“Hay 2 maneras de enfrentar la vida, poniendo nuestra confianza en las riquezas, o confiamos plenamente en Dios.” Despues de una exortacion aserca de la alabanza humana, ahora el senor nos amonesta contra la codicia del dinero para no ser como los codiciosos que escogen como recompensa lo que se queda en este mundo. No comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares; pues como es su pensamiento en su corazón, tal es él. Devolverás la parte que comiste, y vas a perder tus suaves palabras. Los temas del “amor al dinero” y el “afán de la vida” están vinculados, en tanto que los dos tienen como raíz principal el temor.

• Devolverás la parte que comiste, y vas a perder tus suaves expresiones.

El rumbo de tu vida cambia absolutamente y tu fuero interno es transformado. Te vuelves misericordioso, perdonador y todas y cada una de las cosas que se mencionan en las Bienaventuranzas. Para acumular recursos en el cielo debes tener una relación con Él y proseguirlo como instruyó en este Sermón. 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni birlan. Más bien, amontonen para sí bienes en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a hurtar.

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No están sujetos a la tarea devastadora de la polilla, el orín y los ladrones, son tesoros divinos que Jesús nos exhorta a amontonar y cultivar permanentemente. Con la tozudez de la hormiga que labora pacientemente, sin reposo. “Sino haceos bienes en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni birlan. Padre, te ofrecemos gracias por haber transformado nuestros corazones y por llamarnos hacia Ti. Suplico que hagas estas verdades una situación en nuestras vidas.

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Su historia fue testimonio de lo que anidaba en su corazón y enseñaba a sus discípulos. sino más bien haceos recursos en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni roban. A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su promesa en la indecisión de las riquezas, sino en Dios, el que nos da en abudancia todas y cada una de las cosas para que las gozemos.

Hágase tu bvoluntad, como en el cielo, de esta forma también en la tierra. La pureza de intención es que se requiere para que nuestras obras tengan valor en frente de los ojos de Dios. Y Él nos dará nuestro justo pago por esas buenas acciones. Y esa recompensa la vamos a recibir sea aquí en la tierra o en el cielo. Purifiquemos nuestro corazón para que Cristo sea el único tesoro por el que lo demos todo.

Los bienes terrenales son los que probablemente puede ser robado, destrozados o consumidos. Jesús guarda relación a ellos como la polilla, el óxido y el ladrón. La polilla es un insecto pequeño afín con la mariposa que hace aparición no dañar nada, pero puede remover el tejido más caro que jamás podría tener.

“No les hagáis recursos en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y birlan; sino más bien haceos bienes en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni birlan. Pues donde esté tu tesoro, allí va a estar asimismo tu corazón”. Los alimentos no contenían los contaminantes de hoy, no existían tantas plagas en el campo y por consiguiente se desconocían los peligrosos pesticidas de esta época. Pero en nuestro tiempo ese consejo de Jesús a sus acólitos y a quienes le oían cobra una máxima importancia. No nos hagamos recursos en la tierra, donde todo se corrompe, sino más bien hagámonos bienes en el cielo, donde la polilla y el orín no dañan nada.

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