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A diferencia de P an o n ia, p obre en yacim ientos m inerales, M esia era rica en ellos. Su explotación, al parecer, se inició bajo T rajan o ; las m onedas recuerdan en los nom bres la existencia de esas m inas, metalla Ulpiana, D ardanica, A elia n a Picensia, A ureliana. Las m inas del M onte K osm aj, ab iertas bajo M arco A urelio, m erecen especial aten ción p orq u e la población del d istrito semeja m ás rica que la de otras localidades m ineras, com o dem uestra la abundancia de inscripciones. E stab a co n stituida por inm igrados de otras provincias, dálm atas, furia d o s , o ccid en tales211, atraídos evidentem ente por las posibilidades de g anancia. N ad a sabem les del régim en m inero, au n q ue podem les im a ginar que era m ás rem unerador p a ra los conductores, adm itiendo, co m o es posible, que tam bién allí la explotación se encontraba regida por con cesionarios privados.
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Hay que admitir que los defensores de esta tesis se han acercado a la verdad en el momento en que han supuesto cam 9 Véase p. 49. ei ladrón era culpado a abonar ei doble del vaior de la cosa robada, y los usureros el cuádruple3. El término iegibus es referido a las XII l abias, que eran las leyes más particular.
También es muy discutible la comparación en tre monedas emitidas en ciudades latinas o de Italia central y meri dional y las romanas, para crear una teoría histórica. ¿De qué forma po dría detallarse, por servirnos de un ejemplo, que el as considerablemente más pesado resulte hasta este día una moneda de la colonia de Hadria, de 415 gramos, al paso que en el mismo periodo de la fundación de esa colonia, entre el 290 y el 286, el peso del as romano ascendía como máximo a 312 gramos.? ¿Y de qué forma equiparar el as de roma con el acuñado en Luceria y Venosa, iguala do a la libra llamada itálica, de unos 341 gramos. El historiador de la economía se encuentra frente adversidades insuperables para reconstruir la circulación monetaria en Italia si no acepta, a ejemplo de los turismo 9 El scrupulus equivale a 1/24 de onza y en consecuencia a 1/288 de libra romana, es to es, 1,137 gr.
Introducción Al ámbito
Marx no cayó en el mismo fallo y no se dejó engañar por la tentación de conseguir ca pitalismo allí donde hubiese injusticia popular. Distinguió enteramente de él las maneras de producción que lo anteceden, tanto en los Grundris1 «Jahrb. N atO ek. S tat.», IV, 1865, 343. de M óesy , ha sostenido que los fundos eran tributarii y no stipendiarii, com o parecería por u na expresión dei Epítom y también 206. H em les dicho puesto que en el siglo IV están pruebas de la existencia de ricos individuos.
La inclinación en las preferencias de ambos conjuntos en relación a la IC-IL no llegó a ser tan clara como en la situacion de la FI, probablemente debido a la deficiente aptitud de discriminación entre las alturas relativas. Bukhary et al examinó el grado de confiabilidad, o nivel de rigidez y consciencia de las modificaciones que efectuó en las longitudes de los incisivos laterales y fueron los dentistas quienes mostraron una confiabilidad mayor al evaluar la longitud. Esto coincide con las conclusiones de Kokich et al quienes enseñaron que la gente no instruidas eran menos perceptivas de la discrepancia en la longitud coronaria, tal como de la asimetría del chato incisal, equiparadas con los profesionales dentales. En este sentido, más allá de que no fue cuantificado en el presente estudio, se observó que el nivel de distinción de las diferencias en alturas relativas no fue el especial en el conjunto de los pacientes.
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Sabemos conque había una administración di recta con gobernantes, libertos y esclavos imperiales. En otras partes existía el conocido sistema de la concesión a conductores. También Grecia poseía apreciados mármoles, entre aquéllos que eran populares los blancos de Paros y el grano verde de Cricaea 102; su ex- portación constituyó bajo el imperio una importante fuente de ingresos103. Por lo relacionado a la industria del mármol entendemos que se cor taba con sierras de cobre l04, en este momento conocidas en el viejo Egipto, y se reducía a lascas para el revestimiento de las construcciones.
Las propias dimensiones de Roma en el periodo etrusco demues tran que la economía por el momento no era meramente pastoril, sino asimismo una economía de cambio y de producción manufacturera, en el sentido que tal término tiene la posibilidad de tener para la edad antigua. Es obvio que en esta época Roma era parte muy activa, independientemente de la cues tión de su hegemonía, de una red social cultural etrusco-lacial y ha bía establecido profundas relaciones con la Magna Grecia y la Campa ña, y probablemente se presentaba como un nuevo rival en el Medite rráneo. Sin recoger la vieja hipótesis de Schwegler, según el que los patricios de Roma practicaban desde el comienzo el comercio maríti mo, puede suponerse que Roma no había continuado ajena a este género de actividad tras la ascensión de los señores etruscos. Nos lo confirma de forma indirecta el primer tratado con Cartago, si se fecha este en los primeros años de la república, como semeja afirmado hoy tras el descubrimiento de las inscripciones de Pyrgi. Aparte las cláusulas del propio tratado, que nos refiere Polibio, el hecho en sí de la estipulación de un tratado con la mayor aptitud del Mediterrá neo occidental por esa temporada demuestra que Roma tenía intereses que iban extendiéndose fuera del área etrusco-lacial. Hay que tener en consideración además que Roma no era un centro ais lado y encerrado en sus reducidos confines.
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Para las piedras duras se empleaban sierras esmeriladas. Según Ausonio, las sierras eran accionadas por la fuerza del agua en una zona a orillas del Erubris, un afluente del Mosela 105. En la construcción se utilizaba la puzolana, una roca basáltica, que se amasaba con cal y piedras y formaba un resistente mortero, empleado en cuanto al resto asimismo hoy. Estaba principalmente en la zona flegrea, cerca de Baia, y en la vesubiana l06. Feek, «Mitt.
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En el tema de la especificación había una disputa entre los juristas de la temporada imperial tradicional, ya que la escuela sabiniana sostenía que la propiedad del objeto correspondía al dueño de la materia proporcionada para la transformación, al paso que la escuela proculeyana sostenía lo opuesto. No contamos noticias sobre la jurisprudencia de la temporada republicana, pero nos asemeja posible que el problema hubiera sur gido en este momento entonces y que se le hubiese dado alguna solución. Para nues tra actualizada forma de pensar el criterio mucho más justo es el del predominio del trabajo sobre la materia, o en cualquier caso el del mayor valor de uno u otra. Pero para los juristas romanos era diferente, ya que a mu chos de ellos la materia les parecía predominante y el valor económicosocial del trabajo era poco apreciado. Además de esto, estuvieron influidos por la filosofía griega y por las doctrinas peripatéticas sobre la sus tancia (oóoía) y la forma . A falta de datos textuales no es po sible comprender cuál fue la solución aportada por los juristas republica nos.
- í, praef 1 ed.
- Durante su Carrera militar absolutamente colombiana.
