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XXXIII, 3 , 45. 31 P. 468 L. v. sextantarii asses; p. 87 v. grave aes. 32 Sydenham, Coinage, XXI s.; 7 ss.; Crawford, Coinage, I, 146 ss. Datación aná loga en Thomsen, Early Román Coinage, II y en los textos cit.
- I, 21, 55; de leg.
- Peloponeso, que era de 13,1 toneladas8.
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Pero ahora mismo había una mayor disponibili dad de esclavos, que proceden de las conquistas o de los mercados del Mediterráneo, y a los propietarios romanos les convino reemplazar con ellos a los trabajadores libres. en el campo y 4 intramuros. Si esta era la extensión territorial se puede procurar también entablar la entidad de la población, de jando a un lado los datos de las fuentes, que no tienen ningún nivel de probabilidad. Livio, en verdad, cuenta que en el primer censo reali zado por Serbio Tulio se habían enumerado 80.000 ciudadanos capaces para las armas, según el testimonio de Fabio Pintor49.
Pero a la zona se traslad aro n tam bién per sonas que vienen de las partes orientales del im perio, de la C om agene, de P alm furia, de Siria, llevando consigo sus cultos, lo que de m uestra que h ab ía condiciones positivas p a ra las ocupaciones p ro d u c tivas y p a ra el com ercio. Ya T ra ja n o dio a ciertas cuidades el estatu to de colonia ro m an a, em pezando p o r la localidad más esencial, Sarm izegetusa, con vertida en Ulpia Traiana, creó m unicipios ro m an o s en los viejos asentam ientos y favoreció la aparición de nuevos centros urbanos. Al m ism o tiem po se cuidó la construcción de grandes calzadas y se reali zaron proyectos de fortificación. El período de paz de que disfrutó D acia hasta las guerras germ ánicas de M arco A urelio, cu ando fue atacad a y asimismo invadida por tro p as b árb labras, favoreció su d esarrollo. De esto se derivó una reorganización de la región, cuyas m odalidades son discu tidas, en p articu lar en to rn o a la identificación de la D acia M alvensis.
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Pero hubo otras intervenciones recordadas en las fuentes, más allá de que no hayan recibido éstas una confirmación de la misma forma puntual de las clasificaciones cronológicas de los numismáticos. Por este motivo, lo que re sultaba claro para los escritores viejos, no lo está para nosotros. Plinio nos informa de que en la temporada de la dictadura de Fabio Máxi mo , en el momento en que la amenaza de Aníbal, los ases se acuñaron uncia les y el denario fue igualado a 16 ases30. Festo asegura que para la guerra con Aníbal, los ases librales pasaron a sextantarios, con obje to de dejar en libertad al pueblo del peso de las deudas y de no dañar de masiado a los particulares que tenían créditos hacia el Estado31. Al paso que Festo sitúa en la temporada de la guerra con Aníbal la reduc ción del as a 2 onzas, Plinio la atribuye a la primera y, como se ha dicho, ubica en la segunda la reducción a una onza.
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II, 28, 3; VII. 58, 3; Fest. p. 176 L.
Por otras fuentes sabemos, sin embargo, que Catón apre ciaba bastante a los esclavos nacidos en su casa y que hacía amamantar por su mujer a los hijos de las esclavas24. Es posible que se intente una anécdota inventada, expresión de la forma de pensar de un propietario de esclavos en la etapa de ascensión del sistema. De todas formas, la rígi da concepción económica del tratado sobre la agricultura vedaba evi dentemente charlar de las esclavas, consideradas como un elemento de bastante lujo para unos pobres humanos. Asimismo impresiona por su crueldad visto que los esclavos se puedan ver obligados a trabajar con cadenas, quizás por castigo o para evitar su fuga25. Sin embar go, se preveían porciones suficientes, si bien bastantes uniformes.
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XVII, 12 , 93, el cual ad lanza que la distancia es dependiente de la naturaleza del sitio, entonces el número de árbo les va a haber sido mayor. 1 De agrie. ponibles que superaban las necesidades económicas. Visto que escritores de temas agrarios, como Escrofa y Varrón, aconsejen un tratamiento considerablemente más humano puede interpretarse quizá como indicio de las intranquilidades de las clases letradas romanas tras la enorme rebelión de Espartaco47. La razón fundamental de la difusión de la economía esclavista ra dicaba en la facilidad de procurarse mano de obra económica.
II, 25, 89; con variantes para la respuesta Plin, nat. XVII5, 5, 29; Col. VI, praef. 4-5; cfr. II, 2, 6; 16, 2; Plut. 33 XXVI, 35 (imposición del tributo); 36. esp. ; cfr.
bios com erciales, sino más bien tam bién la existencia de p rósperas industrias, a las que hem les aludido 152. Sobre las condiciones de G R Y asimismo C inteligencia artificial a fines de la repúbica e ini cios del im perio, el juicio de los autores viejos es n etam ente negati vo. Serbio Sulpicio, al redactar antes de Cristoicerón en el 45 a.C . p a ra consolarlo de la m uerte de su hija T ulia, cuenta que a su regreso de A sia, nave gando desde E gina a M egara, tuvo frente sus ojos estas ciudades, el Pireo y C o rin to , a n ta ñ o entre las m ás prósperas y a h o ra p ostradas y demolidas pro stra ta et d ir u ta 153.
Pero ¿deben considerarse semejantes testimonios como prueba de una gran difusión de la reproducción natural y de un trato mucho más humano a los esclavos en el último siglo de la República? La respues ta solo puede buscarse en una opinión general de la condición de los esclavos, como se va a ver mucho más adelante. Un intento de establecer el número de esclavos siguiendo nuevas vías de investigación fue realizado por J. C. Dumont, el que, en un libro todavía inédito, del que nos da novedad C. Nicolet, parte del porcentaje de manumitidos para llegar al de esclavos en relación a la po blación libre. Dicho porcentaje se ubicaría entre 32 y el 70 por cien.
