Pequeños , Trabajo y Efesios 6 diez 20

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Si fracasa con sus artimañas, intentará de determinado sus «dardos encendidos» (v. 16). Estos tienen la posibilidad de venir como pensamientos impuros lanzados a la mente como encendidas flechas que proceden del abismo. Realmente, en frente de un enemigo tan poderoso e invisible necesitamos toda la armadura de Dios.

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Efesios 6: diez

La Oración es el ingrediente clave para ser fuertes y observadores; es nuestra respiración espiritual, y debe ser una actividad incesante en esta intrépida riña, así sea antes de, durante la guerra, o tras esta. Pablo añade la ORACIÓN, la que debe envolver Todo cuanto es, hace y piensa cada creyente hijo de Dios, esto es, la Oración debe impregnar toda la vida de católico, especialmente la guerra espiritual. El Poder de salvación de Dios, Sus Promesas y Sus Atributos son nuestra defensa contra el enemigo de nuestras almas. NO hay mayor protección espiritual que una relación justificada frente Dios, esto es, ser justificado por la Gracia a través de la fe en Cristo, y revestido frente Dios mismo con Su Vida Justa y Especial. Dios nos la provee pero NO nos la pone, es el fiel quien debe de ponérsela y de usarla (de alguna manera, en esta batalla «cooperamos» con ÉL), con la fe, la determinación, la solidez y la valentía de un soldado en una guerra.

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La Palabra:

En las guerras viejas, estos dardos de fuego eran lanzados en gran número al comienzo de un ataque. La iniciativa no era únicamente el herir al enemigo, sino más bien el golpearlo de todos y cada uno de los lados con un número masivo de dardos, y así, confundir y atemorizar al enemigo. Estos puntos de la armadura son los que tomamos de situación en situación, como el instante lo demanda.

Si nuestro enemigo no es de carne y hueso sino más bien espiritual, entonces nuestras armas asimismo tienen que serlo. Y creo que haber traído algo así habría desdibujado la solemnidad con la que Pablo escribió el libro de Efesios, y más que nada, esta porción de la armadura de Dios para el leal. Primero nos comunica que nos fortalezcamos en el Señor y en el poder de su fuerza, entonces que nos vistamos de toda la armadura de Dios, y nos recuerda que nos encontramos en guerra y que no es una guerra contra un enemigo pequeño. Y después fortalece lo mismo diciéndonos que tomemos toda la armadura de Dios a fin de que tengamos la oportunidad estar firmes una vez haya acabado todo.

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Los dardos de fuego de Satanás rebotaron sencillamente contra el escudo de la fe. El evangelio de la paz en sí tiene la capacidad de ofrecernos la habilidad de luchar. Pero, si bien esté a la mano, nosotros requerimos comenzar a emplearlo ante todas y cada una de las cosas. No llegamos lejísimos con los pies descalzos en vidrio y piedras afiladas, no luches en ese terreno. Por ende, los pies han de estar calzados. De la misma manera, la persona que lleva el evangelio ha de ser con la capacidad de sufrir por causa del evangelio.

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Ya que únicamente obtendrás la protección, semejante a la de un escudo de guerra, si crees en lo que Dios asegura. 3 ORACIÓN Y VIGILANCIA. Esto no solo mantendrá la luz de la armadura, sino que la mantendrá en su localización. Una armadura refulgente colgando en la sala de nuestro credo no nos salvará en el día de la batalla. El demonio ha cegado de tal manera sus mentes que se imaginan que la «Palabra de Dios» ha quedado enterrada bajo un montón de antigua basura, y por este motivo siguen peleando con los podridos bastones de sus teorías.

Manténganse firmes, ajustados con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, 15 y calzados con la predisposición de proclamar el evangelio de la paz. 16 Aparte de todo lo citado, tomen el escudo de la fe, con el que tienen la posibilidad de apagar todas las flechas encendidas del malvado. 17 Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. 18 Oren en el Espíritu en todo instante, con necesidades y ruegos. Manténganse alarma y perseveren en oración por todos y cada uno de los santurrones. Semeja bastante completa, la armadura de Dios me tapa por completo de la cabeza hasta los pies, verdaderamente tengo todo que necesito.

Cuando Pablo se encontraba escribiendo esta carta, él estaba en la situación que no podía salir de su casa por las guardas de Roma (prisión residencial). Viviendo en Roma, Pablo vio múltiples soldados con armas. Pero, como ellos asimismo son humanos, ellos tenían debilidades. Ellos se percataron que si bien ganaron en las contiendas en la tierra, no pudieron realizar nada contra la riña espiritual. De ahí que, Pablo afirma a la gente de Éfeso que se vistan de todo la armadura. Si vemos la justicia de toda la armadura, Pablo refiere a Panopoloia, que son la lanza y la espada, todas las armaduras que un soldado tiene dispuesto para la guerra.

Una espada física necesita la mano del soldado, pero la espada del Espíritu Beato tiene su poder. La Biblia afirma que la Palabra de Dios es “viva y eficaz.” El Espíritu Santurrón no solo escribió la Palabra, sino asimismo la esgrime, cuando la cogemos por fe, y la utilizamos. Una espada física penetra el cuerpo… mientras que la Espada del Espíritu penetra el corazón.

15y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, a fin de que podáis soportar en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. La fe siempre va en contra de nuestros deseos.

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