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medites del genio lucas escritas
La voz de García Lorca se escucha en el poema. Se lee desde el “verde que te deseo verde” y se hace cerro, mueble y tensión sensorial. Con esta entrada la lectura nos pone a la vera de una voz que averigua el planeta desde un rincón. Charlamos de un sujeto que es testigo de su propio devenir, de las pequeñas o grandes cosas que pasan a su alrededor. Es una poesía de la memoria, del tiempo juntado en el presente y que surge cruda, fácil, dialógica pues habla con el otro invisible. Yo lo miro fijamente, pero no sé qué responderle.
“Si García Márquez se aproxima al déspota no es para expresar o evaluar la dificultad interior de un hombre de Estado sino para inducir entendimiento por un pobre diablo, viejo y solitario”. Para llegar a esta amargura personal, nos chocamos con Enrique Krauze, el ensayista mexicano que ha sacudido además las supones del presidente Chávez con el libro El poder y el desvarío. Por una de esas calles andamos en franca conversación. La noche caleña silbaba una ambulancia, una patrulla policial. El rostro sombrío de algún criminal que quiere mi cartera o la del “Gabo” , quien se burlaba del temor que siempre y en todo momento cargo en cualquier calle de todo el mundo, por segurísima que ésta sea. Hanni Ossott nos destina a ser su permanencia, su estado revelado, su canto interior en nuestra azarosa y recuperable preparación a seguir los pasos del ruidoso planeta.
Diccionario Enciclopedico De La Masoneria Con Un Suplemento Seguido De La Historia General De La Orden Masonica, Desde L .
Los “ojos fríos de muerte” eran además la mirada de las esculturas donde descansaba el crimen del “padrecito” Josif Stalin. 1.- No recuerdo exactamente en qué rincón del espíritu, en qué librería mexicana, me tropecé con el poema. Lo cierto es que allí estaba la Ana Ajmátova de “El último brindis”, religiosamente discreta, traída a mis manos por la traducción de José Luis Reina Palazón.
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Como flota sobre nuestras cabezas, amaga recurrentemente con caernos encima. La detienen las copas mucho más altas de los árboles y el canto exagerado de ciertos pájaros. De lo contrario, hace siglos seríamos lunáticos, pobladores de desiertos sin aire. Galicia es un hombre que sonríe mientras conduce un jumento cargado de heno.
- De esta manera, al cierre, me atrevo a afirmar que este libro es un inmenso ars poética donde exactamente la misma poesía (¿y su mucho más allí?), los aprecios y la multitud forman una atmósfera cuya densidad se condensa en un silencio que nos ahoga al leer el último verso.
- Un periplo por la biología de la Enfermedad (la mayúscula no es exagerada), toda vez que Aly Pérez se consagró a ella y la logró parte cariñosa de su paso por la vida, sin pleitear con ella.
Este brindis, tan amargo como esperanzador con lo que transporta de celebración (solo por el trago de licor), se nos acerca bastante. Nos hace cómplices de “la vida que sufrí”, y nos arrastra hasta la orilla donde la sangre se detuvo para no manchar las aguas de un río imaginario. Cerca de la capital, en Domodedovo, muere Ajmátova en 1966. Su espíritu comenzó a recorrer el mundo para disgusto de los dinosaurios de aquel avance que terminó en un montón de expresiones vacías, de humanos destrozados. Perseguida por el estalinismo mucho más feroz, formó aparato de sufrimiento con Ossip Mandelstam y Boris Pasternak. Los que la leímos hace unos años, lamentamos no haberlo hecho antes, pero la poesía furtiva soviética era eso, un sonido congelado en su eco por la mano férrea de una dictadura tan imbécil como protelariamente mentirosa.
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La lluvia la sentía en la mitad de esa situación. Antes de su participación en el homenaje a Rafael Cadenas, en el que leyeron juntos, me le acerco con determinada timidez y lo abordo. Me recibe con la misma sonrisa de plañir y le extiendo la mano.
2 miradas, la ciudad y el monte prometido, el Paraíso, el recuerdo de la antigua casa, el sofoco de los ahogados. Y de esta manera el resto del libro, acuático y terrestre. A veces se detiene y marca una lectura, una imagen, un recuerdo desvaído, pero recuerdo por fin. Las páginas, en este momento amarillas, resaltan su nobleza, el carácter eterno de su contenido. El libro ha estado en silencio durante múltiples décadas.
Tal es así que leemos en soledad para que entonces la escuela sea considerablemente más provechosa. Pero la lectura/escritura nos transporta al sueño, a la niñez, al vacío. Un fantasma ocupa el poema, ese que viene por quien inventa los sonidos, la “tormenta va por la parte interior” y se hace “destino” personal. He allí la poesía, entonces el poema nocturno, obscuro, vivo.
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Exactamente el mismo prologuista afirma de una poesía barroca. Es barroco porque hace meditar desde una selva de sonidos. Que son intelectuales, pero que están cruzados por el espíritu. O sea, la geometría poética de este creador venezolano toca lo que no se observa, pero se siente. Una línea recta o curva llega al rincón donde se desarrollan las causas del ser, del sentir.
La vivió, la respiró, hasta el día de hoy en que dejó de ser en brazos de sus poemas. El acto de redactar entraña, como primer movimiento, un desprenderse de todo el mundo, algo así como arrojarse al vacío. Todo cuanto era hace un momento su mundo períodico y sus preocupaciones recurrentes, desaparece.
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