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BLA 15 Se le concedió sugerir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia además hablara e hiciese sugerir muerte a todos y cada uno de los que no adoran la imagen de la bestia. 15Se le concedió dar aliento a la imagen de la bestia, a fin de que la imagen de la bestia también hablara y asimismo hiciese ofrecer muerte a todos los que no adoran la imagen de la bestia. 17y que absolutamente nadie pudiera obtener ni vender si no tenía la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. 15También se le dejó infundir aliento a la imagen de la bestia, a fin de que esta hablara y mandara matar a todo el que que no la adorara. 17de modo que nadie pudiese comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre. 15Se le dejó infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen.
- El primer hijo representa a los más implacables pecadores de la temporada -publicanos y putas-, que al comienzo, por su pecado, se resisten a servir en la viña del Señor, el reino.
Además vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y se les concedió autoridad para evaluar. Y le fue en tanto que diese espíritu a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hable; y va a hacer que los que no adoraren la imagen de la bestia sean muertos. Y le fue puesto que diese espíritu a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hable; y hará que los que no adoren la imagen de la bestia sean fallecidos.
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Y esa es la luz y la salvación que cantamos en el Salmo de el día de hoy. Jesús ha proclamado el nombre de Dios a sus hermanos (cf. Hb 2,13; Sal 22,23). Los profetas habían predicho su revelación y una única coalición por la cual toda carne tendría el saber del Señor (cf. Jr 31,33–34; Hab 2,14). En la Eucaristía somos hechos una carne con Cristo. Eso es lo que Pablo significa en la epístola de el día de hoy, en el instante en que le llama a la Eucaristía “participación” en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En este sacramento somos participantes de la naturaleza divina (cf. 1 P 2,4).
¿Dónde se encuentra el rebaño que te fue dado, tu bella grey? Los invasores del norte transformarían al pueblo de Judá en cautivos. Puesto que de manera frecuente el Rey se consideraba el pastor del pueblo, la imagen de los invasores robando a la hermosa grey del rey de Judá era en especial pertinente. NO PIENSEN que cometer suicidio para librarlos del padecimiento o eludir que les pongan la marca de la bestia 666 los va a salvar. El suicidio NO los va a socorrer, el suicidio los mandara directo al infierno, aun si son cristianos fieles.
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En la primera lectura de el día de hoy oímos que Dios puso al padre en el ubicación de honor en frente de sus hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. Como cantamos en el salmo, las bendiciones de la familia fluyen desde Sión, la madre celestial del pueblo real de Dios (cf. Is 66,7.diez-13; Ga 4,26). Los sacrificios, oblaciones, holocaustos y ofrendas por los errores, dados después del primer éxodo, no tenían poder para eliminar los fallos (cf. Hb diez,4). Esas prácticas no fueron concebidas para socorrer, sino más bien para educar (cf. Ga 3,24). Al sugerir esos sacrificios, el pueblo debía aprender a sacrificarse, a venerar, a ofrecerse a sí mismo libremente a Dios y a deleitarse en su voluntad. Antes del primer éxodo fue brindado un cordero en sacrificio, y su sangre tiñó los linteles de las puertas de los israelitas.
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Por su muerte, resurrección y entronización a la diestra del Padre, el planeta se vuelve otra vez reino de Dios. En el evangelio tenemos la posibilidad de consultar el comienzo de esta Novedosa Coalición y esta novedosa creación. Jesús es comunicado como el nuevo Adán – el hijo amado de Dios (cf. Mc 1, 11; Lc 3, 38), que vive en armonía con las bestias salvajes y es servido por los ángeles (cf. Gn 2, 19-20; Ez 28, 12-14). Los profetas predijeron que con esta Novedosa Alianza retornarían, de todos y cada uno de los rincones de la tierra, las exiliadas tribus de Israel (cfr. Je 31,1.3.4.7.8). Jesús presagió asimismo que su Pasión reuniría a los hijos esparcidos de Dios . No obstante, en el Evangelio de este domingo Jesús promete que atraerá hacia Sí no sólo a los israelitas, sino a todos y cada uno de los hombres y mujeres .
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Satanás utiliza el poder político de la bestia como su agente en un esfuerzo para desarraigar y eliminar al pueblo de Dios. Dios aun permite a la bestia que parezca supremo en los temas de la raza humana. De esta manera, todos y cada uno de los pobladores de tierra le adoran (v. 8). Esta fue la lección dada a los cristianos de Asia. El Imperio De la ciudad de roma parecía ser un monstruo insuperable, con su poder político, militar y económico mundial.
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Él es Aquel de quien David cantó en el salmo de el día de hoy, cuya alma no fue dejada a la corrupción; antes bien a ella le fue enseñado el camino de la vida. Primero, interpreta “todas y cada una de las Escrituras” que hablan de a Él. En la primera lectura y en la epístola de el día de hoy, también Pedro abre las Escrituras para proclamar el significado de la desaparición de Cristo, según el plan listo por el Padre desde antes de la creación de todo el mundo. Su Palabra prosigue su obra en el planeta a través de la Iglesia; hoy vemos sus principios en Jerusalén. Está destinada a extenderse poderosamente (cf. Hch 19,20), y a transformarse en semilla no corruptible por la que cada corazón nazca nuevamente (cf. 1 P 1,23).
¿Por qué leemos esta historia el primer domingo de cuaresma? Pues, así como el signo bíblico del 40 (cfr. Gn 7,12; Ex- 24,18; 34,28; 1R 19,8; Jon 3,4), los días de cuaresma son un tiempo de prueba y purificación. La palabra griega “éxodo” significa “partida”. Pero esa palabra se utiliza deliberadamente aquí para avivar nuestro recuerdo de en el momento en que los israelitas escaparon de Egipto. En la Iglesia somos hechos hijos del Dios de Abraham, Isaac y Jacob; del mismo Dios que da a entender a Moisés su nombre y sus caminos, en la primera lectura de hoy. Reconciliados como Israel, ocupamos nuestro rincón en la mesa de la Eucaristía, banquete de bienvenida que el Padre proporciona a sus hijos perdidos, nueva Pascua que festejamos de este lado del cielo.
Hasta entonces, gobernó inmerecidamente, usurpó las prerrogativas religiosas y persiguió a la iglesia. De esta manera, se descubrió de la misma manera para ser la “bestia” de Apocalipsis 13. Ahora, establece exactamente Jesús, Dios ha enviado nuevos siervos, sus Apóstoles, para llamar no sólo a los israelitas, sino a todos los pueblos—buenos y pésimos—al banquete de su reino.
