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Dios fue misericordioso, misericordioso y bondadoso con nosotros, y Jesucristo es nuestro heroico Salvador. Si bien pueda sonarle radical, las escrituras enseñan que o contamos a Dios como Señor o al Malvado como señor. Algunos se ven oscuros y alarmantes, pero tienen que verse muy civilizados, complejos e inclusive buenos en la área. El día de hoy múltiples no cree en las obras de Jesús y NOSOTROS somos una muestra viviente de que JESUS PUEDE DAR VIDA A UN PERDIDO.

El hombre que se divide del camino del entender reposará en la asamblea de los muertos. De esta manera también nosotros, consideraos fallecidos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. 3entre los que asimismo todos nosotros habitamos otro tiempo en los deseos de nuestra carne, realizando la intención de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que el resto.

Jesús, La Luz De Todo El Planeta

Y como resultado, no observamos qué fantástica es realmente la felicidad de Dios que nos fue brindada en Cristo Jesús. Saben que en algún instante estuvieron en un mal rincón, y ahora son bendecidos en Cristo, pero tal vez aún no se hayan dado cuenta de cuán malo era el sitio en el que estaban, ni han apreciado completamente la excelencia de la alegría de Dios que ha se les mostró. “Por dado que la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” . Con el pecado vino la decadencia, la degeneración, la muerte, no del espíritu, sino más bien el del cuerpo en el que el alma era respirada por Dios. El cuerpo es incorruptible, que sufre cambios, y no hay extinción.

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Muertos En Sus Delitos Y Errores

Fue nuestra naturaleza la que nos alejó de Dios, ella logró que estuviésemos muertos , aquella naturaleza que fue insertada en la humanidad desde la caída de Adán, por consiguiente, esa naturaleza y condición la heredamos. Tener la naturaleza del pecado, sin la vida de Dios, nos condujo a tener un estilo de vida bajo un sistema, bajo una predominación, bajo una dirección. Son estos tres elementos los que nos impulsan a pecar y al vivir en nuestros delitos y errores nos encontramos muertos para Dios y solo nos espera el juicio divino. “Por lo tanto, como el pecado entró en el planeta por un hombre, y por el pecado la muerte, de esta manera la desaparición pasó a todos y cada uno de los hombres, por cuanto todos pecaron”. Se ve lo que lo que significa estar muertos en delitos y errores; como llegamos a estar fallecidos y que tenemos la posibilidad de hacer para ya no estar en este grave estado. Hermanos y hermanas, estaban muertos en sus fallos, pero Dios les dio vida.

En Romanos la salvación se realiza por medio de la justicia de Dios, al tiempo que en Efesios, mediante la vida divina. Este propósito no se cumple por medio de la justicia, sino más bien mediante la vida. Por esto, Efesios 2 remarca que fuimos vivificados juntamente con Cristo. El versículo 6 dice que juntamente con Cristo fuimos resucitados y hechos sentar. Desde nuestro criterio, fuimos resucitados uno por uno de nuestra situación de muerte.

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Cuatro, Pablo afirma que los muertos en pecado son «por naturaleza hijos de furia». Pablo afirma que todos los que no están en Cristo son «por naturaleza hijos de furia». La palabra naturaleza aquí se refiere a la característica natural, innata o innata de una cosa. Por lo tanto, por naturaleza y de acuerdo con la historia natural, los hombres y las mujeres son “hijos de la furia”, es decir, pequeños que son objeto de la ira de Dios o pequeños que meritan la ira de Dios. Esta, asegura Pablo, es nuestra condición natural y asimismo innata en este momento que hemos caído en pecado.

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Un hombre fallecido se siente cómodo en su féretro; pero si a él se le diera vida otra vez, él instantáneamente se sentiría sofocado y también incómodo. Habrá una gran urgencia de escapar del féretro y dejarlo atrás. De la misma manera, cuando nos encontramos espiritualmente fallecidos nos sentimos cómodos en los delitos y errores; pero al venir a una exclusiva vida nos encontramos que debemos de huír de ese féretro y dejarlo atrás. Dios es abundante en clemencia “por Su enorme amor con que nos amó” (v. 4). El objeto del amor ha de estar en una condición que merezca amor, pero el objeto de la clemencia siempre y en todo momento está en una condición lastimosa.

ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino más bien presentaos nosotros a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros integrantes a Dios como instrumentos de justicia. La felicidad del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santurrón sean con todos nosotros. Ya que tal como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo asimismo da vida a los que El quiere.

el que me prosigue, no andará en tinieblas, sino más bien va a tener la luz de la vida. que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los fallecidos, serás salvo. para enseñar en los siglos venideros las repletos riquezas de su felicidad en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. quienes habiendo comprendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que asimismo se complacen con los que las practican. y de la misma manera asimismo los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la remuneración adecuada a su extravío. y modificaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de réptiles.

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Los escritos de Watchman Nee y Witness Lee se enfocan en el disfrute de la vida divina, la que es poseída por todos y cada uno de los fieles, tal como en la edificación de la iglesia, que es la misión de la obra que Dios efectúa en el hombre durante la era presente. NADIE puede gloriarse enfrente de Dios que ha ganado su salvación o un espacio particular en el cielo. Todos estábamos muertos hasta Cristo y todos necesitamos ser vivificados en Él. Somos llamados “hijos de Dios”, por dado que Dios mismo nos engendró espiritualmente en el momento en que renacimos. Dios mismo creó un espíritu en nosotros que nos hace seres enteros de cuerpo, alma y espíritu en conjunto conexión con Dios.

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