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Y para finalizar no tenemos la posibilidad de descartar que la llegada de visitas a su casa habría generado un cúmulo de tareas no previstas, como nos pasa a nosotros en el instante en que caen en nuestra casa sin informarnos. Marta entonces estaría preocupada por atender bien a su huésped. El Jesús rechazado en varios lados es recibido por una mujer. Aun en el momento en que hay situaciones centrales donde ellas aparecen, es muy probable que haya habido mucho más mujeres de las que los evangelios narran en torno al ministerio de Jesús o siguiéndolo en su peregrinar.
Su Palabra reúne nuestras expresiones, que son como ovejas dispersas y sin pastor, y hace que nuestros discursos se vuelvan congruentes, como un rebañito de ovejas bien precaución y que actúa al unísono. Escucharlo a él –sus escasas palabras escenciales- nos hace charlar (“Pero sos vos el único que no sabe lo que pasó en estos días…”). Entra en diálogo con nuestras cuestiones y anhelos, nos anima a que le arrimemos nuestras expresiones, a veces solamente balbuceadas, y va hilvanando diálogos salvadores, diálogos de amistad y entendimiento. Esto es lo que intuye María y por eso sigue a los pies del Señor oyendo su Palabra. y una mujer que se llamaba Marta lo recibió como huésped en su casa. — Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio?
María Y Marta: Eligiendo Adecuadamente Nuestras Prioridades
En esa parábola había 2 tipos religiosos—un sacerdote y un levita—que ponían toda la atención en su vida espiritual, pero no querían ensuciarse las manos prestando asistencia al hombre herido. De ellos aprendemos que una vida de ir al templo sin un corazón presto a ser útil no es del gusto de Dios. Pero de Marta aprendemos que la vida de fe no reside solo en servicio. Nuestro servicio debe venir de un corazón rebosante de la felicidad de Cristo. Mientras que María estaba aprendiendo, Marta se preocupaba con todos y cada uno de los menesteres—no solo los diarios, sino también todo el trabajo extra que implicaba agasajar a una visita.
Marta amaba al maestro y quería brindar el respeto adecuado y el más considerable servicio a Jesús. Podemos imaginar todo cuanto hacía ella—limpiando, cocinando, y dando la bienvenida a cada cual que llegaba para oír a Jesús. Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Lucas no nos ofrece el nombre de la aldea, pero debe ser Betania, donde Juan nos dice1 que vivían Marta, María y su hermano Lázaro, a quien tampoco se nombra aquí.
Lucas 11
Abandonó en cierta manera a su hermana que se afanaba, ocupada en una multitud de servicios, se sentó a los pies del Señor, y escuchaba atenta su palabra. Jesús, como aquel día entraste en la casa de Marta, hoy asimismo vienes a mi vida y me visitas. Ayúdame a ponerme a tus pies espiritualmente en esta oración. Quiero ignorar todas y cada una de las dispesiones, intranquilidades, ideas y sentimientos que me separen de ti.
- No nos comunica el artículo de estas 2 mujeres otra cosa que no sea que eran hermanas y que vivían en una aldea.
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Este incidente semeja algo distinto del carácter mudo, apartado de María, ¡pero de vez en cuando los mudos nos sorprenden! Esto se puede deber a que las viviendas son pequeñas, y Marta únicamente puede recibir un grupo pequeño en su casa. Lo más seguro es que representa la manera en que Lucas lanza luz sobre Marta, María y Jesús. Jesús critica a Marta por su preocupación y distracción y afirma a María por sentir, y llamando de este modo a un discipulado de “ser”. Quizás la clave para entender esta dicotomía es enfatizar, no el papel activo o pasivo de quien quiere, sino lo apropiado de la contestación a la situación. El hombre herido necesitaba que el Samaritano lo amara activamente, necesitaba que vendaran sus lesiones y arreglaran que alguien lo cuidara.
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38 Mientras que iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Ven Señor, transforma mi vida en fuente de bendición para el resto y haz que reluzca mi corazón por doquier con las virtudes de tu Santurrón Espíritu. Deseo poner en Ti mi seguridad, sabiendo que actuarás en el instante más preciso de mi vida protegiéndome de todo mal y peligro. En cambio, la oración, frente a un inconveniente, una situación bien bien difícil, a una catástrofe es abrirle la puerta al Señor para que venga. Ya que Él rehace las cosas, sabe arreglar las cosas, acomodar las cosas. «El apóstol es por definición un hombre de Dios, un hombre de la familia de Dios, un hombre de oración» (Cristo al centro, n. 120).
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María se sienta a los pies de Jesús para escuchar su mensaje. La simbología que se encuentra en este gesto debe ver con el tener un tiempo para el Señor, con separar momentos para oírlo y meditar en lo que nos comunica, etcétera. Es requisito poner énfasis que dividir un tiempo piensa dejar otro tiempo para otras tareas. En una interpretación apurada de este pasaje se comprendió que el apartarse para oír el evangelio era una actividad valorada al tiempo que el dedicar tiempo a otras cosas era como perder el tiempo. No pocas órdenes religiosas de clausura basan en contenidos escritos como este la práctica de una vida contemplativa alejada de las cosas cotidianas.
Entre mil urgencias y ocupaciones, suponemos no tener tiempo que dedicar a la oración, para hablar con nuestro Padre. VII.Como hay tan pocas cosas en la vida que verdaderamente importan, es vital que nos concentremos en aquellas cosas que van a perdurar durante tiempo y eternidad. nuestra atención del culto y la oración, si nosotros los dejamos. Marta, mientras que disponía y preparaba la mesa del Señor, se multiplicaba para ofrecer abasto con el servicio; su hermana María prefirió ser alimentada por el Señor. Así, la vida contemplativa no cesará nunca, ya que consigue precisamente su perfección al apagarse la luz del mundo de el día de hoy. Ya que ¿quién puede sugerir pan al hambriento en la patria eterna, donde absolutamente nadie va a tener apetito?
39 Y esta tenía una hermana que se llamaba María, la que sentándose á los pies de Jesús, oía su palabra. 39 Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Jesús, dame la alegría de que en mi vida triunfe siempre y en todo momento y en todo momento la felicidad sobre el pecado, la lealtad sobre las tinieblas, el amor sobre el egoísmo, la oración sobre el activismo.
