El nacimiento de Oracion De La Armadura De Dios

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Me coloco las sandalias del Evangelio de la Paz, y me calzo los pies de la Plenitud del Evangelio, para proceder a proclamar la Buena Novedosa de Nuestro Señor Jesucristo. Me coloco la coraza de la rectitud sobre el corazón, y te doy gracias por esta vestidura, pues yo no tengo ninguna que sea mía.

Sino más bien la justicia de Cristo, dada por Dios y admitida por la fe, esta justicia resguarda el corazón de los ataques de Satanás, guarda el corazón de sus acusaciones. Al paso que te hayas puesto esta corazón, esto es, que desde lo profundo de tus pensamientos entiendas y admitas que eres justo ahora mismo y para toda la existencia frente Dios. En otras expresiones, esta expresión, te invita a confiar en la verdad contenida en la palabra de Dios y el plan que tiene para tu vida, además de esto te motiva a vivir una vida libre de fallos y patrañas. Toma presente que no vas a estar listo para la guerra, hasta que no te hayas “ceñido” el entendimiento con la verdad, que es la Palabra de Dios.

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Por esa razón las armas a emplear para la defensa no son tangibles, necesitas un poder espiritual. El malvado tiene todo tipo de armas, que podrían ser equiparadas con misiles de guerra, no obstante, la armadura que Dios provee es fuerte a todos estos asaltos de Satanás. El soldado católico se prepara para la guerra, se fortalece y recibe sus órdenes mediante la oración. La comunicación con Dios, nuestro Comandante, debe ser incesante para fortalecernos y recibir sus órdenes con la estrategia que debemos continuar. Combatimos los pésimos pensamientos, las inquietudes y las enseñanzas falsas llenando nuestra mente con el mensaje de la Biblia.

Nuestra cabeza es un auténtico campo de guerra y es un blanco fácil para el enemigo en tanto que agrede directamente en nuestros pensamientos haciéndonos negativos o haciéndonos opinar coas que no son adecuadas según la palabra del Señor. En el planeta espiritual asimismo necesitamos un escudo ya que el enemigo lanza dardos que, si nos consigue, nos puede efectuar bastante daño. Los soldados que andamos en el mundo espiritual necesitamos guardar nuestro corazón de todo ataque del enemigo. En el sentido espiritual, el cinturón viene a ser ese conocimiento y seguridad que nos hace mantenerse firmes, persuadidos de que somos hijos de Dios, aunque el maligno nos desee seducir de lo contrario. En la palabra de Dios, específicamente en el último capítulo de Efesios, una de las cartas que escribió el Apóstol Pablo, aconseja a todos y cada uno de los fieles que utilicen la armadura de Dios para riña con el malvado y poder haceros con la victoria.

Comencé a buscar la armadura de Dios, por dado que cada vez q me acerco a las cosas de Dios, el enemigo agrede mi salud, singularmente mi cabeza, así mismo fue q mis amigos me incentivaron a buscar protección en la ARMADURA DE DIOS. Mientras mejor conoces y tienes privacidad con Dios y estudias su Palabra, más fe tendrás. Si realmente no le conoces, y no tienes una privacidad con él, no lees la palabra, de menor grado va a ser tu escudo y será considerablemente mucho más simple que los dardos de fuego de Satanás te alcancen, y logren remover tu fe. También en el versículo 14, se nos dice que nos vistamos con la coraza de justicia. Una coraza debía proteger al guerrero de una herida mortal en el corazón y otros órganos vitales. Esta justicia no se refiere a las obras de justicia hechas por los hombres.

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Nosotros también debemos enfocarnos en la obra de Dios en nuestras vidas, sostener nuestros ojos puestos en Jesús, no en nuestro pasado sin él, en nuestras conmuevas o en los errores que cometemos. Debemos tener en consideración que es una armadura, no múltiples, y debemos llevarla en su integridad ya que nos equipa para efectuar en frente de todos y cada uno de los asaltos del demonio. Los soldados se organizan con toda la armadura en el momento en que van a la guerra y nosotros, como buenos soldados de Jesús debemos hacer lo mismo.

Tres de los evangelios describen el episodio cuando Jesús fue al desierto para ayunar y orar. Al final de su ayuno, se le aproximó Satanás, que trató de tentarlo tres oportunidades a pecar. Por servirnos de un ejemplo, si tienes problemas con la envidia, un ataque espiritual podría manifestarse como un nuevo vecino que asemeja poseerlo todo. Al hacerte recordar la pureza de Cristo y su sacrificio por ti, además de las ricas bendiciones que Dios te dió, lograras vencer esos sentimientos de envidia. Recuerda en todo momento y con solidez que eres salvo, que Jesús entregó su historia por ti, que Dios te quiere y eres suyo por la eternidad. Lleva tu viva en obediencia y seguridad en Dios, sin apartarse de la realidad de su Palabra.

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Al tiempo que todos los otros elementos de la armadura espiritual son de naturaleza protectora, aquí está la única arma ofensiva en la armadura de Dios. La persona no salva, no posee la esperanza de protección contra los embates de la falsa doctrina, pues su cabeza es inútil de discernir entre lo verdadero y lo falso. También la nosología puede dañar los pies de un soldado que carezca del zapato correspondiente.

En el progreso de los versículos diez hasta el 18 Pablo busca animarles a que se queden con fe firme en el Señor. Pues en todo instante se libra una guerra espiritual y por ende se debe estar en condiciones para defenderse. Estos ataques contra el espíritu, ocasionados por Satanás y sus fuerzas maléficas, tienen la posibilidad de presentarse como duda en frente de la fe, tentación frente al pecado, o sentir que no eres tan bueno como para se porta voz de la Palabra de Dios. No solo debemos rezar por nuestras luchas, desafíos o dificultades, sino debemos respaldar a nuestros hermanos en oración.

Y no tiene que ver con un mero conocimiento intelectual, sino de aquel conocimiento que pasa de la cabeza al corazón. Esta es la mejor arma de ofensiva que consigua existir y además es la única que vence al enemigo. Si sostienes tu cabeza ocupada, renovando todos los días, los entendimientos de la Palabra de Dios la proteges de los ataques del maligno. Puesto que en tiempos de guerra es fácil dudar y creer que no somos salvos. El católico está enfrentado a un enemigo espiritual, o sea, la lucha es espiritual.

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