El Enigmático Secreto sobre Lucas al descubierto

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y se echó a sus pies rostro a tierra, dándole las gracias; éste era samaritano. Es un tópico decir que solo reconocemos lo que contamos en el momento en que nos falta… pero es un tópico muy acertado. A veces tenemos en consideración la vida que vivimos como «habitual». Nos entretenemos de aquellas cosas buenas que nos suceden cada día sin detenernos a ofrecer merced a Dios, casi así como si «nos lo debiera». No obstante, el católico solo puede serlo si reconoce frente todo que Dios le quiere, que todo cuanto poseemos y vivimos es un obsequio de Dios, empezando por nuestra vida. Si preguntamos cuáles son los valores considerablemente más fundamentales, seguramente el amor triunfaría en la encuesta, y quizá también la justicia y la solidaridad.

Te doy gracias, Señor, por tu perdón en el instante en que yo soy malagradecida/o. Tú nunca me quitas los regalos o me castigas. Y por mi confort, por mis relaciones y por todo cuanto me has otorgado, estoy el día de hoy profunda y francamente agradecida/o. Puedo pasar mi oración de hoy recordando algunos de los beneficio que he recibido de Dios, y agradeciéndoselos muy francamente.

Ocupaciones

Y que Dios escucha a todos, no sólo a los “de adentro”. Los diez leprosos confiaron en Jesús con lo que sabían de él, no por ser judíos o samaritanos. Y Jesús los curó por dado que manifestaron su fe en él, no por ser judíos o samaritanos. La gratitud pertence a las virtudes mucho más hermosas en el mundo. Jesucristo nos dio ejemplo de ella durante toda su vida. No contamos nada que no hayamos recibido.

“viniéronle al acercamiento diez hombres leprosos” (v. 12a). Su lepra no era necesariamente la patología Hansen, la terrible enfermedad que el día de hoy consideramos lepra. Lepra bíblica incluye anomalías de la salud de la piel como culebrilla, soriasis, leucoderma, y vitíligo (Johnson, Interpreter´s Bible, 338). Ciertas de estas anomalías de la salud son demasiado contagiosas , y otras un poco menos (leucoderma y vitíligo). Ciertas son curables, mientras que otras no lo son. Los judíos y los samaritanos no se mezclaban y se evitaban unos a otros.

El Mensaje De Jesús

“Vengan a mí todos y cada uno de los que están afligidos y estresados, y yo los aliviaré”. Este fragmento del evangelio nos enseña que nada impide que nos acerquemos a Cristo Jesús, ni la mucho más horrible de las patologías ni la mucho más grave de las impurezas. Para ir a Jerusalén viniendo desde Galilea, era preciso pasar por Samaria. Entre los judíos y samaritanos existía una vieja enemistad.

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El tomó nuestra debilidad, cargó con nuestros dolores, fue fallecido por nosotros para socorrer, sus heridos nos curaron. El nos ha salvado de la maldición haciéndose maldito por nosotros. Sufrió la desaparición más infame para conducirnos a la vida de la gloria. Y no solo restableció la vida a los que yacían en la muerte, sino los recubrió con la dignidad divina y les preparó en el descanso eterno una felicidad que excede toda imaginación humana. Uno de ellos, observando que estaba curado, se volvió alabando a Dios a enormes chillidos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. La ley asimismo mandaba que los curados de la lepra ofreciesen un sacrificio en acción de gracias por la curación.

En lo concerniente a la carta a Timoteo, artículo asimismo semi-continuado, tiene dentro una afirmación de la vida (v. 11) que bien tiene la posibilidad de tener relaciones con el tema mayor brindado por la lectura del evangelio. De las otras lecturas, el artículo de 2 Reyes es recordado por la figura del leproso Naamán. El Salmo 111 es un elogio de las proyectos divinas en forma de agradecimiento y alabanza . El término “proyectos” de Yavé aparece repetidas veces en el cuerpo del himno. Pero uno no da testimonio en el templo, sino públicamente (“glorificaba a Dios en alta voz”, v. 15) y vuelve para agradecer a Jesús por la sanación. El ademán de postrarse implica una confesión de fe sobre el carisma divino mostrado por Jesús.

De ahí que afirma el versículo 12 “Y al ingresar en una aldea, le salieron al acercamiento diez hombres leprosos, los que se pararon de lejos”. Se pararon de lejos por el hecho de que la ley les forzaba a mantener distancia para eludir todo contagio y polución ritual. Jesús iba sendero a Jerusalén como parte de su plan para redimir a los pecadores y dar su historia en sacrificio. Y pasaba entre medio de Samaria y Galilea. Y allí está con unas personas que están bien enfermas.

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Esos diez leprosos solicitaban por curación desde la lejanía. Jesús les respondió a todos ellos, sin llevar a cabo distinción y todos fueron sanados. Sin embargo, solo uno se acercó y dio gracias a Jesús, y era un samaritano. El mensaje de Dios para nosotros puede proceder desde personas impensadas. La ley de los judíos considera a la lepra como nosología impura o asquerosa.

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Para anunciar que los samaritanos son benevolentes mientras que los judíos son desagradecidos a las virtudes que se les había dispensado. Había enemistad entre los samaritanos y los judíos, la que el Señor se planteaba desvanecer, pasando entre ellos para unirlos en un hombre nuevo. No parece que el Señor mandase a los curas a otros, a quienes había concedido beneficio corporales, considerablemente más que a los leprosos. Y es que el sacerdocio de los judíos figuraba el sacerdocio que está en la Iglesia.

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