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medites del genio lucas escritas
De ahí, que prosigamos relacionando a los hombres con la genialidad y que las mujeres genias suelan ser vistas como poco femeninas. Esas serían las premisas que yo defendería y que estaría dispuesta para asumir en red social para prestar una única visión digna de nosotras, las nuevas autoras y también estudiosas de la escena. Así pues, por norma establecida cualquier hombre se convierte en «espectador profesional» designándose de este modo tras un tiempo de ayudar al teatro de manera regular. Con esto, los críticos establecen una relación de poder condicionante, o al menos es lo que aguardan, que las proyectos y la red social artística se ajusten a sus caprichos, a sus gustos, que los complazcan para conseguir un veredicto favorable, un premio. Sostener al arte a los antojos de un sujeto o de una asociación que otorga premios puede escucharse absurdo, salvo cuando reparamos en que esta relación de complacencia y sumisión fue impuesta desde hace ya tiempo, en todos los ámbitos probables por el poder patriarcal. Sería ingenuo meditar que este mecanismo no ha afectado también a la crítica.
Y lo afirmo con el rigor que podría conferirme una lectura donde el presente, este que escuece y enferma, es el considerablemente más descomedido compañero. O de otras ajenas, que se nos hicieron próximas y propias. Este libro de Hamill, el poeta de la orfandad, el poeta viajero y traductor, nos halla con los “ojos bien abiertos” al paso que otros poemas van y vienen en la imaginación de un hombre que sabe que el mundo proseguirá siendo redondo más allá de las pestes que la habitan.
¡celebremos A Dios! Éxodo 15 El Cántico De Moisés
Este orina culpa, tan de todos nosotros, abunda en reclamos, en autocríticas, en la búsqueda de un espacio a fin de que la democracia no se pierda. A fin de que nuestros hijos y nietos, nuestros hermanos y amigos no sean arrastrados al sacrificio. Y decirle a los pocos compañeros de viaje que el día de hoy están en ese Titanic quejumbroso que no acaben de dejarse deslumbrar por el ejemplo de muerte de otras experiencias, tan muy conocidas por ellos, como horribles para los ignorantes.
En la mesa de los santurrones también estaban los antídotos, los muchos frascos en que se había transformado mi corta vida de asmático. El fármaco Wanpole, la emulsión de Scott, el lamedor que hacía entre los Ascanio hacían fila con otras etiquetas que no recuerdo, pero que me hacen trastabillar en la mitad de muchos fragancias viejos. La “patria”, la del poema, la de aquel país del padre torturado, tiene exactamente el mismo temor y el sudor de ésta donde alguien arrastra el presente y lo realiza pasado. Al terminar la lectura, quien leyó se anima a ingresar al baño, entonces hacerse de un desodorizante, pero más que nada espantar la dentera que la verdad le inyecta a este libro del narrador Alejandro Padrón. Una buena ocasión para sabernos parte de una disparidad no lejísimos de la que todos y cada uno de los días observamos y sentimos.
Este libro de Moreno Villamediana impone esas medidas. Para el poeta, la voz siempre va a ser un tras la máscara, que es el yo transformado en sonido, en expresiones. Para encontrarnos con un cuerpo que cambia, que pierde los pertenecientes y la piel. La escritura marcha como instrumento de verificación. Atiende a esa culpa que tras la máscara converge en todas las pérdidas. Hete aquí entonces que este poeta trocado en registrador de prácticas sea el portador de buenas novedosas a través de estas hojas volantes transformadas en libro.
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Ser cortesano del teatro o majadero de los poderosos, deja muy mal a quienes no tienen iniciativa fallecer con dignidad en escena. El personaje -mimesis, patraña, máscara- prosigue vivo, muriendo cuantas veces sea posible poner en escena la obra de quien, actor, quedó, finalmente sobre las tablas, fallecido. Personaje y actor están y se apartan. Se separan en la desaparición histriónica, por el hecho de que, tanto la desaparición imaginaria como la verdadera tienden a ser festivas y dolorosas.
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La base de la ley eran los Diez Mandamientos, que son principios generales de vida. No son reglas ni estatutos; no nos dicen lo que tenernos que realizar en cada circunstancia. Y para una alguna sección del pueblo judío, aquello no era bastante. Lo que querían no eran principios en general, sino reglas que cubrieran todas y cada una de las ocasiones imaginables; de este modo es que se pusieron a inferir y a realizar todas y cada una esas reglas desde los Diez Mandamientos. No tenemos aquí más que 2 versículos, pero debemos detenernos en ellos, ya que marcan un jalón.
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El teatrico del Pedagógico sigue en exactamente el mismo ubicación, lleno de nuestros ecos. En el fondo, un hombre sentado, pensativo, bajo el cenital amarillento. y entonces la poesía, la voz del viejo actor, las reglas del maestro, el canto de los pájaros, el amanecer. Los que nacimos en el Teatro Universitario del Pedagógico teníamos como slogan ser gente de teatro, ingresar y salir de escena por medio de quien nos reñía y nos abrazaba. Fueron años de mucha ingenuidad, de mucha carnalidad con al aderezo de unos espíritus rebeldes, extravagantes, infrecuentemente amistosos.
Queda “El equilibrista de los latones”, el más ido, pero asimismo el mucho más cubano. Igual, “La marquesa de Tencent”, quien no perdía la oportunidad de alabar el pasado, los grandes centros comerciales, mientras la ruina medraba entre los jóvenes como un cáncer. “Los rechistes de Pepito”, el Jaimito venezolano, quien no dejaba ocasión de enseñar el carácter creativo de los cubanos. Se broma de todo el planeta, sin excluir a los dueños de la Patria. Claro, los precedentes son locos finos, cultos.
En el fondo de estas páginas que escribió con colosal hermosura el constructor caraqueño está el instante o los momentos en que el humano ser sabe que es finito. Ese momento define al hombre, lo realiza hombre, lo amasa conciencia, toda vez que lo aleja de la mirada triste del perro o del caballo que va a ser sacrificado. En el momento en que se tiene conciencia del fin, hace aparición lo más humano del ser. En ese estadio se concentran muchos sentimientos, los buenos y los malos.
- En el instante en que somos conscientes de esta verdad, los dolores y las dificultades que supone el servicio de Dios dejan de ser tema de lamentaciones y se transforman en nuestra gloria, por visto que todo lo sufrimos por el Señor.
- El exceso de bilis negra en algunas autoras se expresa en proyectos que nos recuerdan que nos encontramos tristes, pero no nos encontramos solas.