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mateo 4 1-11
Someteos, en tanto que, a Dios; resistid al demonio, y huirá de nosotros. Si bien estaba en una situación de puerta de inseguridad física y sensible, Jesús se sostuvo permanente y resistió la tentación de la carne. Exactamente la misma Adán y Eva, Jesús también fue sometido a la tentación, con la una gran diferencia que Él sí logró exceder la prueba. Las pruebas de Dios también están diseñadas para que salga a la luz lo que de todos modos hay en nuestro corazón, como pasó con los israelitas en el desierto.
Sino cada uno de ellos es tentado en el momento en que es llevado y seducido por su pasión. Ya que por cuanto El mismo fue tentado en el padecimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Ya que todos y cada uno de los que son guiados por el Espíritu de Dios, los semejantes son hijos de Dios.
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Aparte de esto, en el siglo VIII a.C., los asirios guiados por Tiglat-pileser habían llevado a varios galileos en cautividad y los reemplazaron con asirios y otros gentiles. Esa mezcla de judíos y gentiles afectó la vida religiosa del pueblo; el Dios de Israel no era irreconocible allí, pero la adoración se había alejado sensiblemente de las formas que la ley de Moisés había predeterminado. El pueblo se encontraba viviendo “en tinieblas” como había predecido Isaías.
Detectar hoy las tentaciones de los cristianos y de sus comunidades; hacernos conscientes de ellas como Jesús; y afrontarlas como lo logró él, es lo primero para proseguirle con lealtad. El Evangelio del primer domingo de Cuaresma muestra todos los años el episodio de las tentaciones de Jesús. El interesante busca separar a Jesús del emprendimiento del Padre, esto es, de la senda del sacrificio, del amor que se proporciona a sí mismo en expiación, para hacerle proseguir un sendero fácil, de éxito y de poder. Es el desierto de todas nuestras tentaciones en donde se nos salva de la soledad librándonos de nuestras seducciones aciagas.
Este desierto está entre Jerusalén y Jericó, en donde habitaban los ladrones, cuyo sitio se llama Dammaín, esto es, de la sangre, por el derramamiento de sangre que con tanta continuidad hacían allí los ladrones. Es ahí donde aquel hombre que venía de Jerusalén a Jericó, se dice que cayó en poder de los ladrones, representando a Adán, que había caído en poder de los demonios. Era favorable, ya que, que Cristo venciese al demonio, en el lugar en que el demonio había vencido al primer hombre, bajo la figura de la serpiente. A fin de que se conozca que el demonio tienta a los hombres aun en los sitios mucho más santurrones.
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mateo 4 1-11
Pero lo que afirma San Lucas semeja mucho más bien como historia y lo que afirma San Mateo respecto de estas tentaciones, tiene relación a las tentaciones que sufrió Adán. Por lo que, si alguno no se alimenta de la palabra de Dios, no puede vivir, por visto que como el cuerpo humano no puede vivir sin el alimento lote, de esta manera el alma no puede vivir sin la palabra de Dios. Diríase que la palabra procede de la boca de Dios, en el momento en que manifiesta su intención, a través de las Sagradas Escrituras.
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Para finalizar la conclusión, donde se va a dar una visión general del trabajo, observando las novedades y descubrimientos desde la tarea realizada con la exégesis. El próximo trabajo consiste en una aproximación a la perícopa sobre las tentaciones de Jesús, según el evangelio de Mateo. Primeramente se va a dar un análisis literario, delimitando el artículo y viendo su composición.
Entonces el demonio lo dejó y unos ángeles asistieron a servirle. Tentación de transformar piedras en pan → Juan 6,26,31 incitación que prestar “maná en el desierto”. La palabra “tentación” tiene en la tradición cristiana asociaciones con el pecado de transgresión, de forma especial sexual. En la Biblia, la tradición paradigmática del desierto comprende por “tentación” el reclamar a Dios milagros y acciones sensacionales.
El ayuno tiene un sentido espiritual; destaca que la vida genuina no viene por la satisfacción física, sino que dentro del humano hay un apetito más hondo que solo Dios puede colmar. El interesante, en cambio, tiene un concepto egoísta del Hijo de Dios; para él, ser Hijo de Dios quiere decir aprovecharse de los propios «poderes» tal y como si fuera un mago o un hechicero. Este trasfondo está en la lectura de hoy desde la expresiones «desierto», «tentación» y «40».
Jesús vino para socorrer al mundo, y el demonio se lo da. Tenemos la posibilidad de caer en tentación fácilmente cuando observamos que el planeta se desvía y sentimos la necesidad de encaminarlo nuevamente. Es muy simple elegir que, por una vez, el fin justifica los medios. Un tema para cristianos hoy es la presencia del demonio . El día de hoy, tenemos la posibilidad de caer en la tentación de opinar que el mal es producto de un sistema habitual que falla – pobreza, racismo, ignorancia, etcétera – y a menospreciar la presencia del demonio. Sin embargo, “la iglesia enseña la presencia del demonio.
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