Vida, Muerte y Marcos

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30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con tu alma, y con toda tu cabeza y con tus fuerzas. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con tu alma, con tu cabeza y con todas tus fuerzas”. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con tu alma, con toda tu cabeza y con tus fuerzas\\\’. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con tu alma, con toda tu cabeza y con todas tus fuerzas.” Este es el escencial mandamiento.

Probablemente creamos que nuestro corazón es simplemente la sede de nuestras emociones. No obstante, en la Biblia nuestro corazón es considerablemente más que eso. Es verdad que el corazón esta compuesto de nuestras conmuevas, pero asimismo de nuestra cabeza, intención y conciencia. Nuestro corazón es la fuente de nuestros sentimientos, pensamientos, intenciones y nuestro sentido de condenación o culpabilidad cuando hacemos algo que no está bien. Nuestra alma se compone de nuestra cabeza, emoción y voluntad. Ámalo con todo tu corazón; esto es, con todo cuanto piensas, con todo cuanto eres y con todo cuanto vales\\\’.

Marcos 12:29

No obstante, Jesús no protege el amor propio, sino simplemente reconoce nuestra inclinación natural de cuidar a Número Uno, pidiéndonos prolongar ese amor hacia otros. Del amor propio, Barth asegura, “Dios jamás va a meditar soplar sobre su fuego, que ya relumbra lo suficiente” . Pero amor hacia el prójimo de manera rápida se decae hacia el humanismo o el sentimentalismo si no está fundado en el cariño para Dios.

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Todo Comienza Con El Corazón

y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todo tu entendimiento, y con tus fuerzas. Cristo declaró que debemos querer al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerzas y mente. Se nos dice que temamos a Dios, que amemos a Cristo y odiemos el pecado. El temor, el cariño y el odio son emociones y en las conmuevas siempre y en todo momento está involucrada nuestra cabeza. La profundidad y la amplitud de esa demanda es incorporada por visto que entiende el corazón, el alma y la fuerza del pueblo de Dios, aquí visto colectivamente como un compañero de pacto.

Y AMARÁS A YAHWEH TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODA TU MENTE Y CON TODAS TUS FUERZAS\\\’.

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Disponemos nuestras críticas, sentimientos y resoluciones además de Dios. Podemos volver nuestro corazón al Señor Jesús al rezar, invocar Su nombre, confesarle y usar Su sangre preciosa y al pasar tiempo con Él en Su Palabra. Estas prácticas fáciles pueden eliminar los velos de nuestro corazón, volver a poner nuestra comunión con el Señor y reavivar nuestro amor por Él.

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En el momento en que volvemos nuestro corazón al Señor, le expresamos en nuestra alma y ponemos nuestra cabeza en Él, nuestro cuerpo le seguirá. Las cosas que antes ocupaban nuestro tiempo y energía cederán gracias a que lo que amamos ha cambiado. Poseemos un nuevo objetivo, una única meta y un nuevo reto. Nuestras fuerzas físicas ahora son para Su propósito. Y que amarle de todo corazón, y de todo comprensión, y de toda el alma, y de todas y cada una de las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, más es que todos y cada uno de los holocaustos y sacrificios.

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Dios está tan preocupado por nuestros pensamientos como por nuestras acciones, y no quiere que los pésimos pensamientos ocupen nuestras psiques. Varias personas suponen que para usar la cabeza, debemos dejar un lado toda emoción. Él toca nuestras psiques y somos transformados por la renovación de nuestras psiques. Vendrá, y destrozará á estos labradores, y va a dar su viña á otros. El presente escrito manifiesta las implicaciones y la trascendencia que tiene el primer mandamiento en la vida de los israelitas. Estos versículos (Mr. y Dt.) presentan la expresión de un pueblo convocador y convocado (shemá) con la afirmación de Dios como único Dios, la manifestación de de qué forma ha de ser amado este Dios.

El Shema no es un mandamiento por si acaso, pero establece los cimientos del mandamiento de estimar a Dios. El escriba pregunta, “¿Cuál es el primer mandamiento de todos? ” Al revés de la mayor parte de historias donde un oficial espiritual le hace a Jesús una pregunta, no existe ninguna indicación de que este escriba intente atrapar a Jesús. La historia del escriba que pregunta sobre el primer mandamiento hace aparición en los tres sinópticos, pero con unas diferencias significantes. Nuestra alma—mente, emoción y voluntad—es gran parte de nuestro corazón. Dios creó nuestra alma a fin de que le expresáramos, pero gracias a la caída, habituamos a expresarnos a nosotros.

Conclusión Es increíble la descripción que ha- ce el Señor de la manera con que debe- mos querer tanto a Dios como al prójimo. No tiene que ver con simplemente querer a Dios y abstenernos de llevar a cabo daño al prójimo. Debemos ir mucho más allí, debemos a- mar con el mayor y mucho más terminado afecto viable, y lo incluye todo. Donde hay amor no faltará nada intencionalmente. Debemos amar a nuestro prójimo co mo a nosotros y tratarlo como nos agradaría que nos traten. Múltiples sermones fueron predicados sobre amor propio como requisito para amar al prójimo.

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