Una visión ecuánime sobre Juan

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“Dios amó tanto a la multitud de este planeta que dio a su único Hijo” . El que no almacena los mandamientos de Dios no tiene la seguridad de que permanece en Jesús. Tampoco tiene realmente la seguridad de la presencia del Espíritu Beato en su historia. ¿Cuál es el límite para esta clase se amor?

Nosotros no podemos eliminar el poder del pecado en nuestras vidas. O sea Su obra en nosotros, y nosotros respondemos a esa obra. Alguien que viene a Jesús no requiere limpiarse primero, pero debe estar presto a permitir que Él quite sus errores. Jesús quita nuestros errores en el sentido de eliminar el poder del pecado. Esta es una obra continua en las vidas de esos que siguen a Jesús.

La Biblia Del Jubileo

¿Qué hubiese pasado si Dios no hubiese dado a su Hijo? ¿Cuál es la promesa de la humanidad sin Dios? Juan responde con el verbo «perecer».

Ahora las religiones viejas intuyeron que «los dioses» daban vida, y de ahí que hacían sus ritos en manantiales de agua, en bosques…, en sitios donde bulle la vida. Para Juan la vida no es solo la biológica, sino más bien asimismo la plenitud del ser humano que encontró a Jesús y se decide a proseguirle. El evangelista no solo pensaba en su comunidad, sino más bien asimismo en nosotros, que siglos después todavía leemos su relato y nos maravillamos frente al secreto de Jesús. Nos solicita la actitud del acólito, del alumno, del que está dispuesto a estudiar de su maestro. En un par de ocasiones Nicodemo pregunta «¿de qué forma puede ser eso?

Jesús:

Segundo, charla de la manera en que Dios da el amor; otorgado tiene la iniciativa de ofrecer solo por dar, sin meditar en esperar algo a cambio. Es de gran beneficio para el Católico dar una gran y atenta mirada al amor de Dios que nos dió el Padre. Nadie vió jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le dió a conocer. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.

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Precisan pasar de muerte hacia vida. Por tal razón es tan lamentable ver Cristianos que dan disculpas por su pecado y que no humildemente lo confiesan. Salvo que se lidie con el pecado de frente, llegará a contribuir a un patrón de pecado que puede pronto transformarse en un método de vida – quizás un estilo de vida misterio. Nosotros no podemos remover la presencia del pecado en nuestras vidas. Esta es Su obra en nosotros, por último conseguida en el momento en que seamos glorificados con Él.

Es considerablemente más caro en tiempo y energía para un padre o madre supervisar a uno de sus hijas o hijos, que dejar que hagan lo que deseen. Ciertos padres lo ven de manera diferente, eligen no limitar a su hijo o hija, pero eso que asemeja ser un don de libertad, de todos modos pone bajo riesgo su confort. No es una política de “no meter las manos” lo que revela el cariño, sino más bien la intención de hacer que los sacrificios de quienes los atienden sean para la seguridad del hijo o hija. Dios hace ese sacrificio al enviar al Hijo para socorrer al planeta.

Amados, en este momento somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que tenemos que ser; pero entendemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, por dado que le observaremos como él es. Con esto, ganamos algo en Cristo Jesús más grande de lo que Adan tuvo. Nunca leemos que Adán haya sido llamado entre los hijos de Dios en el sentido a que Juan se refiere aquí. Él jamás fue adoptado como hijo de Dios de la manera que los leales lo son. Erramos cuando pensamos que la redención es simplemente una restauración de lo que se perdió con Adán; en Jesús nos es concedido mucho más de lo que Adán nunca tuvo.

“La Gloria de Dios es la persona humana totalmente viva” . Amado Jesús, allí donde estoy muerto/a, dame la vida”. Enséñame Señor Jesús, qué es vivir en Ti, y para Ti vivir en mí. Significa estar enamorada/o de Ti, sentirse cómoda/o contigo, hallar mi fuerza en Ti, y estar lista/o, en el momento en que sea consultada/o, a argumentar a otros qué Tú eres en mi vida. Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino más bien enserio y con obras.

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La prueba del amor católico, no está en profesar en voz alta, que uno ama a toda la iglesia, sino en asistir tranquilamente a una hermana o hermano que tiene necesidad. Si no ayudamos no a una hermana, lo considerablemente más posible es que no “demos nuestra vida” por “los hermanos”. Esto no guarda relación a solamente creer que Jesús es, o aún opinar que logró algunas cosas como morir en una cruz. Creer en el nombre de Jesús se refiere a poner nuestra creencia en Jesús en el sentido de confiar en Él, reposar en Él, adherirnos a Él.

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