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medites del genio lucas escritas
Deja en el final el pueblo donde respira y se ahoga a las orillas de un lago que hoy es un terrible atentado, “Este poema no desea ser feliz. // Solo quiere alzar la muralla/ contra el mundo atroz que lo nutre.// Ya no hay Arcadia azul,/ ni esponja dormida. / Solo humo y cadáveres (…) Desde aquí escribirás a tu demonio/ al linaje vehemente que gasta, / al sueño de panal que te devora” (…).
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Contradictorios, a pesar de que somos la desaparición del otro y la celebramos desde la enemistad, nos batimos por evitarla mediante la guerra. La crueldad es nuestro hombre primitivo, el que llevamos en la piel del animal que nos cubre. No tiene que ver con romper el espéculo imperial, el reflejo del mucho más poderoso, por el hecho de que el poder cuanto más lo es, es más vulnerable. No tiene que ver con charlar con el alegato plañidero de nuestra tradicional izquierda, o con la oratoria acartonada o “yupi” de la derecha conservadora. Nos queda –aunque hayamos desgastado a Dios con un ateísmo romántico – vernos en el hombre, despojarnos del fanatismo tanto de izquierda como de la derecha, lavarnos ámbas manos, pues a la larga y a la corta la desaparición no es de izquierda ni de derecha. Es ella, principio y fin, victoriosa, fea, deshuesada por la imagen del odio y la pobreza humana.
- La oposición, que no se daría por contenta hasta llevar a Jesús a la desaparición, sale a la luz.
En ninguna vida se ve considerablemente más clara que en la suya la paradoja de la bienaventuranza. A María se le concedió la bienaventuranza de ser la madre del Hijo de Dios. Bien podía llenársele el corazón de una alegría trémula y fascinada por tan colosal privilegio. Y no obstante, esa bienaventuranza iba a ser como una espada que le atravesase el corazón; pues acarreaba el destino de ver un día a ese hijo clavado en una cruz. Estaban divididos en veinticuatro órdenes o partes.
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Las tablillas que describen estos sucesos están en los inicios del relato, y la narración solo se hace legible a partir del punto en el que Zu llega al Ekur, el templo de Enlil. Aparentemente es popular y que debe ostentar algún rango, en tanto que Enlil le da la bienvenida, confiándole la custodia de la entrada a su santuario. Pero el maligno Zu iba a abonar su seguridad con una traición, la de la sustracción de la Enlildad, la toma de posesión de los divinos poderes que él cobijaba en su corazón. Para esto, Zu debía tomar posesión de determinados objetos, incluyendo la mágica tablilla de los destinos. El listo Zu dio con la oportunidad cuando Enlil se desnudó para meterse en la piscina en su baño períodico, dejando descuidada toda aquella parafernalia. Mientras Zu se encontraba huyendo en su Mu traducido como ave, hasta un escondrijo lejano, las consecuencias de su audaz acción han comenzado a tener efecto.
Era uno de esos espíritus el que Jesús exorcizó aquí. La novedad de lo que había hecho Jesús se propagó por toda la tierra de alrededor. Desde allí la crónica de Israel se despliega ante los ojos del espectador. Era su tierra; y le dio, cuando menos al comienzo, una audiencia lista para escucharle y a enardecerse con su mensaje.
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Sus sonidos, tanto silencio abrevia, lo dicen, lo afirman, como ponen en duda la escritura del tiempo. Estos papeles que el poeta dejó encima de la mesa a fin de que fueran recogidos, entre tazas vacías, un mantel manchado y unas flores artificiales en el viejo café de su villa, se desnudan y recorren el pequeño universo de este lector apresurado. Reitera que el viaje por el planeta con ella en el recuerdo y calificarse “sueño obscuro”, solitario en el poema. La segunda carta a Ofelia descubre la imposibilidad de su cuerpo, de los pliegues de su pensamiento. Ajena, la despedida en la voz de la mujer que quiere, que lo quiere y no debe. Y de esas tantas precedentes, Cartas a Ofelia, un libro de amor.
“Como en las películas de guerra” es un relato de película. No era yo, era el personaje que Armando José colocó en frente de Miraflores en el momento en que un grupo de alzados trataba de ofrecer un golpe para deponer al gobierno. El niño que cuenta su aventura cumplía diez años ese día y como obsequio solicitó que lo dejaran pasear solo por el centro de Caracas. Madre y abuela de esta manera lo dejaron y fue tomado de sorpresa por la asonada.
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Pero tal como la manera de ensayar amplía la forma de decir, asimismo el periodismo busca fórmulas de avance. La información, como base experimental, nacida de este modo, transformada en estudio, en indagación, tiene en la modernidad lo que los norteamericanos llaman el “new journalism”, el nuevo periodismo, o periodismo de investigación. El nuevo diarista o el escritor ocasional en periódicos desecha n tanto la información, ahora de por hecho contenido en el cuerpo de la nota, para transformarse en una opinión que toca la verdad, la especulación y hasta la ficción. Viene al pelo el experimento informativo de Orson Welles mediante la radio. O los trabajos de Bolch y Miller, Carl Bernstein y Bob Woddward, quienes, en un alarde de labor investigativa escriben reales ensayos para anunciar los pormenores de un hecho que convulsiona al planeta. No se descarta la especulación, la indagación, la búsqueda y hasta la curiosidad ingenua que lo acerca a la literatura.
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Individuos etéreos, prácticamente gaseosos, lo que nos impulsa a garantizar que están metidos en una profunda depresión. De esta manera, afirma sin esconder nada, si bebe duerme. Y una vez dormida, puede escuchar la melodía que siempre y en todo momento llega para salvarla. En el fondo del sueño, allá donde la borrachera forma parte de ella misma, discute con alguien, con una mujer, suerte de contrincante que estuvo un tiempo en medio camino por donde venía el hombre que amaba. El último relato, “Una experiencia”, es la historia de Fumi-chan, quien no puede dormir si no consume alcohol, que lo lleva a imbuirse en una música extraña que lo transporta a una exclusiva situación.
En el instante en que nos despreciamos a nosotros, cuando disponemos el corazón amargado por la vergüenza, tengamos en cuenta que, más allá de todo, Cristo nos tiende la mano. “Al verse eludidos y despreciados, es recurrente que los leprosos tengan la tentación de quitarse la vida, y ciertos lo hagan” asegura un documento del siglo XX. En esta historia podemos encontrar lo que podríamos llamar una lista de condiciones para un milagro. En un caso de esta forma, con lo que tiene relación a los entendimientos científicos, Jesús no se encontraba considerablemente más adelantado que su temporada, sino con todas y cada una de las limitaciones de los entendimientos médicos de su tiempo.
