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Los rasgos de carácter descritos en las bienaventuranzas no son valorados por nuestra cultura actualizada. No reconocemos ni damos premios al de “Mucho más limpio corazón” o “Mucho más pobre en espíritu”. Aunque nuestra cultura no piensa bastante de estos rasgos de carácter, sí describen el carácter de los ciudadanos del reino de Dios. “Cristo trataba con los espíritus de hombres, con su naturaleza interna y espiritual. No posee hambre ni sed de que su partido pueda llegar al poder, pero sí tiene apetito y sed de que se lleve a cabo la justicia en la tierra.
La sección primera del Sermón del monte es conocida como las bienaventuranzas, que significa “las bendiciones”, pero asimismo puede ser entendido como dándole a los creyentes sus “reacciones”, las reacciones que él debe ser. En las bienaventuranzas, Jesús establece tanto la naturaleza como las aspiraciones de los ciudadanos de su reino. Ellos tienen y aprenden estos aspectos de carácter. Sin embargo, también podemos deducir esto como Jesús entrenando a sus acólitos en el mensaje que Él deseaba que llevaran a otros.
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No ganan en las relaciones personales por dado que completamente absolutamente nadie desea un amigo insolente y egoísta. Las personas que tienen sed de poder generalmente son personas solitarias. Complementariamente, tampoco ganan en lo referente a la seguridad financiera; suponen que poseen la tierra, pero el planeta los posee y entre mucho más dinero tengan, menos seguros se van a sentir en el ámbito financiero. La segunda bienaventuranza se desarrolla sobre un reconocimiento mental de nuestra pobreza espiritual agregando una respuesta emocional de tristeza. Enfrentar la perversidad de nuestra vida nos apena y enfrentar la perversidad en el mundo —que incluye el mal en nuestro sitio de trabajo— también conmueve nuestras conmuevas causando mal.
De forma que acualquiera que bquebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y de este modo censeñe a los hombres, pequeñísimo será llamado en el reino de los cielos. Pero cualquier persona que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Bienaventurados los que sufren apersecución por causa de la justicia, pues bde ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que tienen apetito y sed de ajusticia, ya que ellos serán bsaciados. aBienaventurados los bpobres en espíritu, por el hecho de que de ellos es el reino de los cielos. Por visto que la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la ley, sino más bien a través de la justicia de la fe.
No posee hambre ni sed de que sus opiniones sean escuchadas, y que su secta o denominación se expanda en número y también predominación, pero desea que la justicia vaya siempre y en todo momento enfrente”. Un hombre anhela ver la justicia promovida en el mundo. Esta pasión es una fuerzamotriz, así como el hambre y la sed pueden conducir al hombre. Bienaventurados los que tienen apetito y sed de justicia, por el hecho de que ellos serán saciados. ; completamente absolutamente nadie es dócil hacia otros hasta el momento en que tiene una visión humilde de sí mismo. Si no sientes tu propia necesidad y pobreza jamás vas a tener apetito ni sed de justicia; y si tienes una perspectiva bastante alta de ti, vas a localizar difícil ser misericordioso con el resto.
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— Mateo 🌊 (@DMATEOGT) April 20, 2021
“Usted no consigue lo que merece, logra lo que negocia”. ¿Cuál es el resultado práctico de esta bendición? Si somos pobres de espíritu, somos capaces de calificar claramente nuestro trabajo. De este modo, no exageramos nuestro CV o alardeamos sobre nuestra situación. Entendemos lo difícil que es trabajar con personas que no tienen la posibilidad de estudiar, medrar o aceptar la corrección por el hecho de que tratan de sostener una imagen errónea de sí mismos.
Es por la clemencia de Dios que podemos tener apetito y sed de justicia. Es Bueno recordar que Jesús ha dicho esto en un día y una cultura que realmente sabía lo que era tener apetito y sed. Hombre moderno – por lo menos en el planeta occidental – está con cierta frecuencia tan distante de las pretensiones básicas de apetito y sed que asimismo lo encuentra difícil el sentir apetito y sed de justicia. El llamado a ser pobre en espíritu es puesto primero por una razón, pues coloca a los ordenes siguientes en visión.
Esto nos enseña lo sobresaliente que Dios considera su palabra. Alén de que Él con cierta frecuencia desafió las interpretaciones del hombre sobre la ley (en especial los estatutos del sábado), Jesús jamás rompió la ley de Dios. la palabra de Dios, sino más bien a liberarla de la manera en que los fariseos y escribas la habían interpretado equivocadamente. La luz da el regalo de dirección, a fin de que esos que han perdido su rumbo logren encontrar el camino a casa.
Este principio aplica mucho más que solo a hombres observando a mujeres. Aplica a casi todo lo que codiciamos con el ojo o la cabeza. “Estas son las palabras considerablemente más inteligentes sobre impureza que jamás se hayan pronunciado”. De qué manera podrían estos humildes galileos ser sal a la tierra o luz al planeta? Las figuras de sal y luz también nos recuerdan que la vida marcada por las bienaventuranzas no hay que vivir en aislamiento.
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Debemos contribuir a otros a conseguir sus mejores resultados, sin importar lo más mínimo un mínimo lo que opinemos de ellos. Cuando contribuye a un compañero de trabajo que quizás no le agrada o que puede haberlo afectado en el pasado, está exponiendo misericordia. En el momento en que es el primer candidato en una prueba y les advierte a el resto candidatos que el juez está de mal humor, está exponiendo clemencia, más allá de que esto les logre dar virtud sobre usted. En el momento en que el hijo de un contrincante está enfermo y usted acepta reprogramar su presentación al cliente a fin de que su contrincante no deba seleccionar entre cuidar de su hijo y competir por el negocio, está mostrando clemencia. Puede que sea verdaderamente difícil poner nuestro poder en el trabajo bajo el control de Dios. En el mundo caído, semeja que son los violentos y los que se promueven a sí mismos los que toman la frontal.