Los secretos internos para Juan 13 34 35 salen a la luz

juan 13 34 35

Nos encontramos contentos de que no haya dicho, si no eres un experto en la biblia no tendrás parte conmigo. Tener parte con Jesús comienza simplemente recibiendo algo de él, no consiguiendo algo nosotros. (6-8) Jesús vence las objeciones de Pedro y lava sus pies.

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Caminando Con Yeshua (jesús)

Por alguna razón, esto no sucedió en el instante en que Jesús y los acólitos entraron en la habitación. Consumieron sus alimentos con los pies sucios. Este fue un acto de servicio radical. Según las leyes y tradiciones judías sobre la relación entre un profesor y sus discípulos, un instructor no tenía derecho a demandar o aguardar que sus acólitos lavaran sus pies. Era absolutamente inconcebible que un Profesor lavara los pies de sus discípulos.

Amados, amémonos unos a otros, por el hecho de que el cariño es de Dios, y todo el que quiere es nacido de Dios y conoce a Dios. Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el que es verdadero en El y en nosotros, por el hecho de que las tinieblas van pasando, y la luz verídica ahora está alumbrando. Amados, no les escribo un mandamiento nuevo, sino más bien un mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el mandamiento viejo es la palabra que habéis oído. El cariño no hace mal al prójimo; por consiguiente, el cariño es el cumplimiento de la ley. No debáis a absolutamente nadie nada, sino el amaros unos a otros; ya que el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.

Traducción Del Nuevo Planeta De Las Santas Escrituras (edición De

Jesús deseaba que la multitud se amara unos a otros de exactamente la misma la historia que Él contó de un hombre que era muy amable y gentil. Vivía en el mismo país que los israelitas, pero este era samaritano. La única señal que distingue a los cristianos es el cariño. Los cristianos son los que adoran como Jesús de Nazaret, con un amor solidario, liberador y puesto en deber.

Eso daría una imagen de servicio y liderazgo amoroso, pero Jesús se entregó completamente a esta labor. Más temprano en esta cena, el lavado de pies mostró un nivel de amor sacrificial y servicio no vistos antes de la cruz. En este momento, la distribución del pan mojado a Judas muestra la altura del amor por los enemigos, antes de la cruz. Esto era mucho más difícil de lo que nos podríamos imaginar. Primero, pues merced a las sandalias que empleaban y los caminos sobre los que caminaban, los pies estaban sucios.

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Nos amamos unos a otros pues es tal como Jesús nos amó. Y en el momento en que hacemos lo que Él nos manda, otros apreciarán, que somos Sus discípulos — lavados y cambiados por el poder de un nuevo amor. Su amor fue un amor sacrificial y también incondicional. Fue un amor incesante y espontáneo… un amor que candela por los intereses del ser amado.

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Hacerle ubicación, respetarlo, ser bueno con él, nos hace siempre mucho más ricos en humanidad y fuertes en la paz del Señor. Como bien entendemos, Jesús les enseñó varias cosas de la vida a sus seguidores. Los corrigió de tantas cosas que decían jaja, les mostró su habilidad de ser sobrehumano, les obsequió de su tiempo y amor, los defendió, etcétera. Entonces puso agua en un lebrillo, y empezó a alavar los pies de los acólitos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Jesús lava los pies de los 12 — Apunta a Judas como el que le iba a entregar — Manda a los 12 quererse los unos a los otros. El cariño de Dios es de esta manera en nuestros corazones.

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Ahora mismo crítico, en esta noche antes de la tortura de la cruz, Jesús no pensó en sí. Realmente, esto fue amarlos hasta el objetivo. Después de todo, los acólitos no lo habían tratado tan bien y estaban por tratarlo aún peor, abandonándolo absolutamente; no obstante él los amaba.

• Levántase de la cena, y quítase su ropa, y tomando una toalla, ciñóse.

El Año de la fe va a ser una ocasión para entender el tesoro de la fe recibida en el bautismo. Podéis profundizar en su contenido estudiando el Catecismo, a fin de que vuestra fe sea viva y vivida. Entonces les haréis presentes del amor de Cristo para el resto. En él, todos y cada uno de los hombres son nuestros hermanos. La fraternidad universal estrenada por él en la cruz reviste de una luz resplandeciente y riguroso la revolución del amor. “Amaos unos a otros como yo les he amado”.

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