Lo que tienes que y expresar sobre Carta A Los Romanos

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No había hecho nada para merecerlo; Dios, el enorme Padre, en su fabuloso amor, ha tomado al perdido, indigente, desahuciado y endeudado pecador, y le ha adoptado en su familia, de forma que sus deudas han quedado canceladas, y hereda la gloria. Ahora mismo somos coherederos con Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios. Si Cristo debió padecer, nosotros asimismo heredamos ese padecimiento; pero como Cristo resucitó a la vida y a la gloria, nosotros además heredamos esa vida y gloria. Pablo sabía todo eso; y además sabía que, más allá de que todo era cierto teóricamente, no lo era en la práctica.

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Aun la incredulidad del Pueblo judío se usa a fin de que Dios manifieste su clemencia y lleve a término su designio de felicidad. En el pensamiento bíblico, “toda la creación” hace aparición íntimamente relacionada al destino del hombre, y tal como es solidaria de él en su caída (Gn. 3. 17-18), lo es asimismo en su redención. La expresión “hombre interior” destina la parte racional del hombre, que lo impulsa a realizar el bien.

Al paso que San Pablo no charla jamás en su epístola de arrepentimiento ni de contrición, estas condiciones son tan evidentes por sí mismas que no merecen una mención especial. Es una carta con gran apoyo en las escrituras hebreas, las cuales cita frecuentemente. Romanos 9–16 Pablo redacta sobre la condición de Israel como pueblo electo, su de el día de hoy rechazo del Evangelio y su salvación final. Sugiere a los integrantes judíos y gentiles de la Iglesia que vivan el Evangelio, a fin de que haya paz y unidad en ella, y suplica que los santurrones de Roma sigan guardando los mandamientos.

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Esto puede conocerse tomando en cuenta el libro de los Hechos, al dejarnos ver la pauta de de qué manera fueron apareciendo y desarrollándose los documentos, aunado a los estudios de precisamente los mismos, varios de ellos, hallados en las bibliotecas por los primeros cristianos. La carta a los Romanos, se asocia con la parte final del ministerio de Pablo, en el instante en que en este momento se encontraba a punto de partir de esta tierra, no habiendo Pablo visitado Roma antes de escribir la carta, en la medida en que habían surgido obstáculos que se lo impidieron. En este pasaje surge la cuestión de la compromiso que los cristianos gentiles tienen hacia los judíos hoy. A propósito que el programa de «al judío en primer lugar» (1.16) fue válido en todo el período de los Evangelios y Hechos 1–7, pero de momento no se aplica el día de hoy. Nuestra obligación hacia los judíos brota de la Gran Comisión, la gracia de Dios, quien nos escogió y nos ha injertado en el olivo (Ro 11.20), y la pura lógica de Romanos diez.11–17. En cuanto a condenación se refiere, no hay diferencia entre judío y gentil.

xv tuvo puesto que escasa aceptación; de él “ni siquiera una frase puede ser atribuida a un creador apócrifo” (Jülicher). Se despide el apóstol Pablo deseando que todos sean comprobados en el Evangelio, por la felicidad de nuestro Señor y de su Padre. Esa Febe es la que desde Corinto lleva la carta que Pablo acaba de dictar, a sus receptores la o las iglesias de Roma, capital del imperio. ¡Que hermosa promesa¡ Y todas son nuestras, con tal que extendamos la mano de la fe y las tomemos.

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La situación del versículo 4 entre los saludos es poco usual, pero no es menos inteligible aquí que en la epístola a los efesios. Defensa de la sección primera a partir de la historia del pueblo de Israel (ix, 1-xi, 36). La seguridad consoladora de la salvación puede aparecer conminada por el rechazo merced a la cerrazón de Israel. ¿De qué forma ha podido Dios olvidar sus promesas y negar a un pueblo tan favorecido? El apóstol se ve ya que obligado a argumentar la providencia de Dios.

8 Primeramente, doy merced a mi Dios a través de Jesucristo, gracias a todos ustedes, por dado que su fe es alabada en el mundo entero. 9 Dios, a quien tributo un culto espiritual anunciando la Buena Novedad de su Hijo, es testigo de que yo los recuerdo todo el tiempo, diez pidiendo siempre y en todo momento en mis frases que logre hallar, si Dios desea, la ocasión conveniente para proceder a visitarlos. 11 Ya que tengo un gran deseo de observarlos, a fin de comunicarles algún don del Espíritu que los refuerce, 12 mejor dicho, a fin de que nos reconfortemos unos a otros, por la fe que disponemos en común. 13 Hermanos, deseo que sepan que muchas veces intenté visitarlos para recoger algún fruto además entre ustedes, como lo he recogido en otros pueblos paganos; pero hasta ahora no he podido hacerlo.

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Pablo no niega nunca que los judíos eran el pueblo escogido. Dios los había adoptado como propios; les había dado los acuerdos, el culto del Templo y la Ley; les había concedido la presencia de Su gloria, y les había dado los patriarcas. Los judíos eran el pueblo elegido de Dios; habían ocupado un lugar único en el propósito de Dios; y no obstante, en el momento en que vino al mundo el Hijo de Dios, le rechazaron y le crucificaron.

• El padre tenía poder para contar con absolutamente de la familia; y, en los primeros tiempos, hasta de la vida o muerte.
• En realidad, todo es puro, pero se hace malo para el que come causando escándalo.

En un increíble salto de pensamiento, Pablo contempla a Cristo, no como Juez, sino más bien como defensor, por amor, de las almas de los hombres. De la misma manera que Abraham fue tan leal a Dios que estuvo presto a sacrificarle lo mucho más bello que tenía, Dios es tan leal a los hombres que estuvo presto a sacrificar a su propio Hijo único por ellos. Pablo estuvo hablando de la gloria de la adopción en la familia de Dios, y ahora mismo regresa al estado turbulento de todo el mundo presente. Por el momento, la creación está sometida a la esclavitud de la desaparición. En esta alegoría de Pablo, en el momento en que una persona alcanza a ser cristiana entra en la familia de Dios.

La iglesia romana era doctrinalmente sana, pero, como todas y cada una de las iglesias, estaba en necesidad de la instrucción doctrinal rica y práctica que esta carta provee. La fuerza salvadora de Dios actúa en el hombre mediante la fe en Jesucristo. Es lo que llamamos la justificación por medio de la fe; y no tanto por las proyectos mandadas por la Ley mosaica, como decían los judíos. Todos somos pecadores, pero si acogemos con fe a Jesús y su felicidad, vamos a quedar justificados, es decir, salvados, redimidos, lavados. Y esa fe en Jesucristo la logramos mediante el bautismo, mediante el que morimos al hombre viejo pecador y resucitamos al hombre nuevo justificado en Cristo, hijo de Dios.

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