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La verdad prohibida sobre Parabola Del Trigo Y La Cizaña Revelada por un Professional

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parabola del trigo y la cizaña

La incomprensión, el ritmo de los tiempos, la intemperancia e impaciencia, la inhumanidad en el trato con las almas, la exigencia quejica siempre y en todo momento y en todo instante atenta a conocer la paja en el ojo del resto, no son notas del Reino de Dios, que es paz y tranquilidad en la vida. No soñemos con un mundo paradisíaco, que no es de este mundo. En éste debemos llevar la cruz con perseverancia, escapar las oportunidades, orar, mortificar las proyectos de la carne, y ayudar a nuestros hermanos a luchar y a vencerse. Tengamos paciencia, tanto si la cizaña aflora en nuestro corazón y, más allá de que luchamos sin cesar, ahí está cabezota la raiz, como, y considerablemente más, si medra a nuestro lado. Dejemos obrar al tiempo y a la alegría, hasta la hora de la siega.

Por todo lo previo, queda demostrado que la cizaña que hace daño al trigo, es de todas maneras un hongo que hace aparición cuando el cultivo está en su pleno avance. Volvamos entonces al punto de inicio con relación a la parábola de Mateo, a fin de hacer el examen desde el punto de vista bíblico y teológico. Es recomendable que hagamos un profundo análisis desde el método científico para que tomemos medidas precautorias y curativas en lo relativo a la cizaña, puesto que ocurre lo mismo que tratamos en el tema GENERACIÓN BONSAÍ. Una situación que impide el crecimiento personal y espiritual.Esta vez pudimos demostrar que no existe desde la perspectiva genética, el árbol bonsai como tal, lo mismo ocurre con la cizaña.

Trigo Y Cizaña

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Es requisito discernir como pasa el Reino en nuestro interior, como actúa la proximidad de Dios en nosotros y también descubrir y llevar a cabo conscientes las insidias del enemigo. Las parábolas de este Domingo son estupendas para este discernimiento. Dicen meter cizaña en el momento en que alguien procura ocasionar que dos o mucho más personas se enfrenten entre ellas, filtrando inquietudes y malestar, basados en conjeturas infundadas. En pocas palabras, difamar y fomentar el descontento. Martín Lutero predicó un sermón en el que mencionó que solo Dios puede dividir a los falsos leales de los verdaderos y señaló que matar herejes o no fieles es terminar con su ocasión de ser salvados. Además de esto agrega que “si bien la cizaña estorba al trigo, también lo hace considerablemente más bello de contemplar”.

El dueño simboliza a Dios, y Jesús siembra buenas semillas que se convierten en hijos de su Reino; los siervos son los leales. Jesús identifica el campo de cultivo, no con Israel o la Iglesia, sino más bien con el planeta entero, en el que se hace un propósito divino. Jesús es asimismo el juez de todo el planeta, y tiene en su mano, no solo la siembra sino más bien asimismo la recolección, toda la historia universal. La semilla buena es la palabra del Reino, y su fruto los hijos del Reino. La cizaña es la maldad que encierra el corazón de la gente, que puede eliminar la raza humana y es con la aptitud de sostenernos engañados ya que puede infiltrarse hasta en los círculos más íntimos del pueblo de Dios; su fruto son los hijos del mal.

Jesús jamás nos instruyó a dejar que los pecadores impenitentes continuaran entre nosotros hasta el final de los tiempos. Por ende, Jesús está enseñando aquí sobre “el reino de los cielos” en el mundo. No es mi papel ni el suyo comprender quienes son cizaña y quienes son trigo; dejémosle a Dios esa labor. Quizás el propósito principal de esta parábola sea advertirnos a todos quienes profesamos el cristianismo que debemos examinarnos personalmente para confirmarnos de estar en la fe verídica, siguiendo las enseñanzas de Cristo y creando sobre una base sólida.

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Las tres parábolas que el día de hoy tenemos en consideración tienen la misma finalidad. Desean corregir las expectativas de los contemporáneos de Jesús que creían que el advenimiento del Reino se haría con despliegue de poder, con uso de la fuerza y que procedería eliminando todas y cada una de las cosas y todas y cada una la gente que le fuesen contrarias. Este domingo estamos con tres parábolas de la compilación que el evangelista san Mateo nos mantiene en el capítulo 13 de su evangelio. Estas, junto con la del sembrador que contemplamos el domingo pasado, nos forman en el discernimiento, que es el arte espiritual para buscar, saber y apropiarse la intención de Dios. Precisamente es la mucho más pequeña de todas y cada una de las semillas, pero en el momento en que crece, alcanza a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”. Alén de que la cizaña ha provocado confusión, frustración y daño, ciertos llamados grupos cristianos incluso hacen alarde de tener cizaña entre ellos, y nos condenan por no permitirla entre nosotros.

Cristo vino y sembró la semilla, pero el enemigo asimismo vino y complicó las cosas. Por lo tanto, en esta era podemos encontrar la gente mundanas; el trigo, los hijos del reino y los hijos de Dios; y la cizaña, los falsos creyentes, los cristianos nominales; y los hijos del demonio, quienes están entre los hijos de Dios. Muchos de los hijos del reino se han degradado y han caído mucho más por debajo de la regla, encontrándose en una condición anormal.

Dios no desea, precisamente, la presencia del mal en el mundo, ni menos Él es responsable de la existencia de esos males. Dios sólo siembra buena semilla; si hay mala hierba eso es obra del maligno. La interpretación básica asegura que el campo es una metáfora de todo el mundo.

En su Carta al obispo Roger de Chalons, el obispo Wazo se fundamentó en la parábola para argumentar que “la iglesia debe dejar que la disidencia se expanda con la ortodoxia hasta el día de hoy en que venga el Señor para separarlos y juzgarlos.” Permítanme refererir un caso de muestra de mi experiencia. Ella nos enseñaba las historias de la Biblia; sin embargo, aunque pertenecía al cristianismo, sin lugar a dudas ella no era salva. Había tanta cizaña en aquella denominación que era bien difícil encontrar algo de trigo.

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El trigo y la cizaña se asemejan mucho cuando afloran y se van creando. Conque hay riesgo de que con la mejor intención del mundo, beneficiar el avance del trigo, en su caso, del Reino de Dios, puede que nos carguemos la cosecha. Conque hay que esperar, ya que la realidad y el fallo, el bien y el mal, están muy delegados, y solo cuando compartimos y dialogamos vamos a poder llegar a saber el fallo y el mal, haciendo que brillen la realidad y el bien. El bien, el mal, la realidad y el fallo, no definen dos tipos de personas, sino más bien de acciones, y se dan en todos nosotros, que en ocasiones somos buenos y en ocasiones pésimos.Vv.

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