La sencilla verdad sobre Orgullo En La Biblia que nadie está sugiriendo

orgullo en la biblia

Pero, ¿Qué sucede con los hombres soberbios y orgullosos? –su corazón está repleto de dureza por el pecado; miran con altives de corazón; juzgan y critican las buenas acciones; probando un rechazo al acatamiento a Dios. Ser un individuo orgullosa supone no darle el primer ubicación a Dios en tu vida, en consecuencia eres una especide de idolatra, siendo este un enorme pecado enfrente de Dios. Aun en el libro de Ezequiel Capítulo 14, apreciamos que este pudo ser el pecado que llevo a la perdición de los Ángeles. Este rey es un ejemplo evidente de lo que le pasa a quienes anteponen su colosal orgullo y terquedad, simplemente en el desenlace lo pierden todo. Dios tuvo un plan con este hombre y le puso a Daniel quien le mostró las maravillas del único Dios vivo, no obstante, Nabucodonosor endureció su corazón lleno de orgullo y lo perdió todo, condenándose de la misma forma y a su hijo quien siguió sus pasos.

Un sujeto orgullosa difícilmente reconocerá sus fallos, además que es una persona que cuando falla jamás pide perdón por sus fallos. Antes de la destrucción el corazón del hombre es altivo, pero a la gloria antecede la humildad. Es por este motivo que debemos tener precaución de no tener en nuestra vida los frutos del orgullo que recae en la raza humana que no permite que el perdón sea mayor.

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Puede ser perdonado por el humilde Salvador, “el que, si bien existía con apariencia de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose similar a los hombres. Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos son pecado. A los ojos de Dios, el orgullo es aborrecido por Él. Gracias a que no deja al hombre verlo, y bastante menos reconocerlo como Dios. La Biblia condena el orgullo en todas sus formas y tipos. El pecado original… y el inconveniente del pecado para todas nosotras, ES EL ORGULLO. Nosotras también procuramos exaltarnos a nosotras mismas por encima de Dios, realizando las cosas a nuestra manera, e ignorando Su sabiduría.

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Fue el orgullo lo que lo llevo a la destrucción. Se halló en él pecado de iniquidad y orgullo, y por esa razón, Dios lo derribó de los cielos. Sentirse orgulloso de si mismo por algo que se efectuó bien es saludable, siempre y cuando ese orgullo no se transforme en soberbia y esa persona se piensa que es un dios que nunca se equivoca y que el resto de la multitud es bien poco vale. Tener seguridad en si mismo es positivo pero tenerla en demasía puede limitar a una persona a llegar hasta ahí y no intentar nada nuevo. La soberbia es la falta de verdad acerca de nuestra posición y también importancia en el planeta. Pero sí puede engañarse sobre su situación en el top.

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Es tan grave el orgullo, que la Biblia muchas veces enfrenta la falta de humildad a la maldad misma, como observaremos en algunos textos. Múltiples ocasiones la Biblia charla muy mal del orgullo, y pondera a la humildad como algo muy deseado por Dios. Si, es escencial llevar a nuestra vida las historias que semejan insignificantes a la dura situación, que es la realidad de la palabra de Dios. Me agradó bastante esa reflexión pues de todas maneras nos falta mucha humildad, frecuentemente nos pensamos que somos los mucho más relevantes y la realidad la cosa es otra. Así que como producto de su orgullo, Dios utiliza un hombre llamado Alejandro Magno, un emperador Joven y con ganas de conquista, para traspasar esa fortaleza de la que se sentían orgullosos. En consecuencia, esto nos muestra la soberanía de Dios por sobre todas las cosas y como ha empleado a gobernantes para llevar acabo lo que ha dicho por su palabra.

Pues temo que cuando vaya a verlos, quizá no los encuentre como quisiera, y que tampoco ustedes me hallen a mí como ustedes les encantaría. Temo que haya discordias, envidias, enojos, egoísmos, chismes, críticas, orgullos y desórdenes. El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de ser enaltecido por Dios; y el rico de ser humillado. Pues el rico es como la flor de la yerba, que no permanece. Están llenos de todo tipo de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, malvados y chismosos.

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Con la furia viene la amargura, el resentimiento y otros muchos males. EL ORGULLO nos hace tener una alta opinión de nosotros y ver inferiores a otros y sus opiniones. El orgullo puede ser muy descortés, al paso que una exhibe de excelencia es la capacidad de recibir de otros, cualquier persona que sea su nivel. El orgullo terminantemente empequeñece al humano.

El orgullo toma la gloria que solo le se ajusta a Dios y nos la da a nosotros. Cualquier cosa que hubiésemos hecho en este planeta, no habría sido posible si Dios no nos hubiese tolerado efectuarla. Por tal razón le garantizamos la Gloria y elevamos Loas a Dios pues solo Él la merece. Una opinión negativa del término resultan del cristianismo que relaciona al orgullo con la persona vanidosa y prepotente que acostumbra dejar a Dios de lado. Para la Iglesia Católica, el orgullo y la soberbia, son unos de los siete errores capitales que manifestó santurrón Tomás de Aquino. El espíritu de orgullo viene desde el momento en que Satanás pecó y su corazón se enalteció en oposición a Dios.

He elegido una lista de versículos bíblicos que hable específicamente de la soberbia y el orgullo. Antes del quebrantamiento es la soberbia; Y antes de la caída la altivez de espíritu. Antes del quebranto está la soberbia, y antes de la caída, la altivez de espíritu. Enfrente del quebrantamiento va la soberbia, Y enfrente de la caída, la altivez de espíritu. Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu.

Las raíces del orgullo están bien implantadas en un corazón que no reconoce la soberanía de Dios, no pretende honrarle ni muchísimo menos amarle. En 1865, en Illinois, USA, nació un hombre llamado John Hyde. Probablemente en alguna otra ocasión volveremos a relatar un poco sobre su historia, pues es realmente increíble. Era hijo de un leal ministro presbiteriano, de piedad ferviente, amable y también incansable; y su madre fue una mujer afanosa y dedicada, que gozaba de una espiritualidad dulce y feliz.

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