La realidad prohibida sobre Libro De Los Hechos Revelada por un especialista

libro de los hechos

¡De ninguna forma podía haber ordenado una revuelta en tan corto tiempo! Los inculpadores no tenían presentes para demostrar que él hubiese causado problemas o que siquiera hubiese levantado la voz en el templo. Entonces el apóstol empleó la corte como púlpito para sugerir testimonio de su fe en Cristo. Los cristianos tienen el derecho a emplear la ley para protegerse a sí mismos y al evangelio. Nótese que Pablo no dependió de la lisonja; Véanse 1 Tesalonicenses 2.1–6. Aguardó hasta el momento en que el gobernador le dio permiso a fin de que hablara, entonces apacible y francamente contó su crónica.

Esto transformó de forma radical la administración de prácticamente todo tipo de organizaciones. El despliegue resultante de imaginación, eficacia y servicio humanos no sería una sorpresa para los líderes de la iglesia primitiva, quienes experimentaron precisamente la misma explosión en la expansión rápida de la iglesia en la temporada de los apóstoles. A pesar de todo lo citado, ¿se podría argumentar que el desdén no es solo un tema de traducción sino verdaderamente está que está en las propias expresiones de los acólitos? ¿Los apóstoles mismos podrían haber soñado que eran escogidos para el servicio de la Palabra por el hecho de que eran más dotados que esos que fueron seleccionados para servir las mesas?

Hechos Diez

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• Algunos suponen que Lucas fue el hombre que vio en la visión, ya que en el versículo diez afirma «procuramos» en vez de referirse a «ellos».
• Cada página de Hechos abunda en datos precisos y concretos que deleitan al historiador.

En el capítulo ocho estamos con que se produce una interrupción y los seguidores son echados de Jerusalén, yendo a Judea y a Samaria. Empezando por el capítulo 13 podemos encontrar el llamamiento de Pablo y Bernabé para que salieran al planeta gentil y ahí comienza la narración de la extensión del evangelio hasta lo último de la tierra. Ese es el programa de Dios, en lo referente a la extensión geográfica del evangelio y es solo durante nuestra generación en el momento en que observamos que esto empieza a cumplirse. Al final, lo que mucho más resalta este libro y lo asombroso sobre estos cristianos, la cualidad que hacía que asombrasen de forma continua a esos que les escuchaban predicar, es que el Espíritu de Dios está siempre y en todo momento actuando, haciendo valientes a los cristianos. En una ocasión observamos a Pedro y a Juan ocultándose tras unas puertas cerradas, atemorizados de caminar por las calles de Jerusalén debido a la enemistad de los judíos contra el Señor Jesús. Pero ahora, cuando ha descendido sobre ellos el Espíritu de Dios, están por las calles y por los atrios del templo proclamando con valentía la realidad sobre Jesucristo.

Hechos 18

En el libro de los Hechos, Lucas volvió muchas veces a la obra dramática del Espíritu tras Pentecostés. Primero observaremos un suceso que ocurrió en una localidad sin nombre en Samaria. Y tercero, consideraremos la manifestación del Espíritu en Éfeso. Hayamos ido primero al ministerio del Espíritu en Samaria, justo al norte de Jerusalén.

“Conque, causada una disensión y contienda no pequeña a Pablo y a Bernabé contra ellos, determinaron que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalem, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los retirados, sobre esta cuestión” (v. 2). los apóstoles, no lo que ellos habían hecho, sino lo que Dios había hecho con ellos. Nuestro Señor no es “hombre duro” que siempre y en todo momento y en todo instante está demandando bastante de sus siervos, no. Dejó que Pablo y Bernabé se restablecieran en el seno de su propia asamblea y, al unísono, servirle en medio de ella, ya que siempre y en todo momento hay pretensiones espirituales en cualquier reunión de cristianos.

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Los apóstoles mismos eran testigos y habían visto al Cristo resucitado (v. 32). Pedro respondió primero a la acusación de que los hombres estaban borrachos. Ningún judío comería o bebería nada antes de las nueve de la mañana en el Shabat o en un día de celebración, y era entonces la hora tercera del día, esto es las nueve de la mañana. Nótese que en todo este sermón Pedro se dirige solo a los judíos (vv. 14, 22, 29, 36). Pentecostés era una fiesta judía y no había gentiles participando. Debían tener doce hombres para sentarse sobre los 12 tronos prometidos (Mt 19.28; Lc 22.28–30) si Israel se arrepentía y recibía el reino.

En la iglesia primitiva, se conocía como “mártires” y “testigos” a quienes daban testimonio del evangelio en ocasiones adversas. En las situaciones mucho más extremos, los testigos fueron torturados e inclusive asesinados gracias a su testimonio como cristianos. De hecho, la tradición de la iglesia nos cuenta que la mayoría de los apóstoles murió de esta manera. Este tema del testimonio de Cristo frente a la oposición fue una incomodidad sobresaliente de Lucas al redactar sobre la iglesia primitiva.

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La obra de los hermanos en hechos es nuestro ejemplo para evangelizar a gente de otras culturas y países lejanos. Ni la carencia de recursos, ni la persecución, ni las barreras culturales los detenían. De una manera trágica Agabo le advirtió a Pablo que no fuese a Jerusalén.

En su trabajo misionero pionero Pablo deliberadamente sufragó sus costos para que ninguno le acusase de «predicar por dinero». En los versículos 24–28 podemos encontrar a Aquila y Priscila explicando el evangelio de felicidad al orador visitante, Apolos. Él conocía únicamente el bautismo de Juan, lo que significa que jamás había aprendido del bautismo del Espíritu y la fundación de la Iglesia. En vez de abochornarlo públicamente, Priscila y Aquila le llevaron a casa y le enseñaron la Palabra. Apolos nos revela que es posible tener elocuencia, celo, sinceridad ¡y sin embargo estar equivocado! Dios guió a Apolos a Corinto y allí le dio un poderoso ministerio (véanse 1 Co 3.6; 16.12).

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¡Esos 40 judíos tienen que haber estado horriblemente hambrientos hasta el día de hoy en que rompieron su juramento! Pero a Pablo lo llevaron de forma segura a Cesarea, donde encararía a sus inculpadores judíos frente Félix, el gobernador. En su carta a Félix, le contó de qué manera salvó a Pablo de manos de los judíos gracias a que el apóstol era ciudadano romano. Además de esto, indicó que la cuestión era en lo que se refiere a la ley judía y no a la romana, y que opinaba que Pablo no merecía ni arresto ni muerte. Pero para mantener a Pablo seguro, Claudio le mandaba a Félix a fin de que se le juzgase. A propósito, debemos contemplar la honestidad y también integridad del capitán de roma.

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