La mejor Guía para El Que Cree En Mi Si bien Este Muerto Vivira

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Así que el tema de “la vida” corre a través del Evangelio de Juan como un hilo dorado. Y todo el que que vive y cree en mí, no morirá eternamente. Las declaraciones de Jesús sobre sí mismo precisan una contestación de nosotros. Jesús tiene poder sobre la desaparición, y está afirmación necesita una resolución por la parte de nosotros, quizás de las considerablemente más importantes que debamos efectuar en esta vida. El relato de la resurrección de Lázaro nos transporta a una comprensión mucho más profunda de la desaparición, identificándonos con Marta y María que debieron intensificar su comprensión de la desaparición de su hermano.

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El Señor Conoce Todas y cada una Las Cosas

La palabra griega para definir “muertos” es “nekros” que significa “fallecido, difunto, cadáver” y naturalmente no se aplica a la desaparición espiritual, en consecuencia está hablando de los que ya han fallecido y que van a vivir por la palabra predicada. La palabra griega para designar muerte en su raíz es thanatos de la que procede el verbo apothnesko. Vida se destina con la palabraZoe del verbo zac.

• Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en nosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los fallecidos, asimismo dará vida a vuestros cuerpos mortales a través de su Espíritu que habita en nosotros.
• El que tiene al Hijo YA tiene la vida ETERNA en consecuencia absolutamente nadie puede destruir esta vida que siendo eterna es prosigue sin ningún periodo de inconsistencia.

Y todo aquel que vive y cree en mí no va a morir nunca. —La muerte del creyente va a ser absorbida en la vida, Vida que nunca se va a hundir en la desaparición. La contestación de Marta refleja su entendimiento de que Jesús no conversaba de una resurrección inminente. Los fariseos enseñaban una resurrección en el día final para los auténticos israelitas, pero los saduceos negaban la realidad de esa promesa.

¿hay Vida Tras La Desaparición?

Probablemente creamos que de todos modos no podemos proseguirle por el hecho de que el nivel de Su historia es tan sorprendentemente elevado que semeja ser inalcanzable. Quizá pensemos que es bastante bien difícil, bastante alto, demasiado grande y que va más allá de nuestra aptitud, por lo menos por el momento. Aun en el momento en que el nivel del Señor sea el más prominente, nunca crean que solo la multitud considerablemente más capaces tienen la posibilidad de alcanzarlo.

Hay solo un camino a la alegría y a la realización. Algún otro camino, cualquier persona que sea, es disparidad. La vida es bien bien difícil, pero es simple; prosigan por el camino y nunca, jamás se den por vencidos. En esta situación especialmente, la experiencia de la vida nos engaña; en la vida aprendemos que los logros considerablemente más superiores de cualquier compañía humana son siempre y en todo momento los mucho más bien difíciles y, por consiguiente, solo tienen la posibilidad de conseguir varios que son los considerablemente más capaces. Cuanto más alta sea la meta, menos personas la alcanzarán.

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A quien se le devuelve la vida no siempre está en mejores condiciones de vida y de fe que quienes no han fallecido todavía. La vida que Jesús viene a prestar no puede ser destruida por la desaparición, de ahí que, quien cree en él no morirá para toda la existencia. La fe auténtica incluye opinar en Jesús como fuente de vida eterna, pero esta no puede darse sino solo después de su resurrección. Por este motivo podemos encontrar símbolos no explicados, como por poner un ejemplo que Lázaro salga de la tumba, con sudario y vendas. Que hay promesa para la afligida viuda, el hijo sin padre, la madre que ha perdido a su hija.

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, porque tu rocío es como el rocío del alba, y la tierra dará a luz a los espíritus. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la furia de Dios prosigue sobre él. y disteis muerte al Creador de la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos presentes. Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los fallecidos habita en nosotros, exactamente el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, asimismo dará vida a vuestros cuerpos mortales mediante su Espíritu que habita en nosotros. Ya que tal como el Padre levanta a los fallecidos y les da vida, también el Hijo asimismo da vida a los que El desea. En el instante en que Jesús llega a Betania Lázaro llevaba ahora fallecido cuatro días precisos, exactamente los mismos días que en la creencia judía, el espíritu salía del hombre, y por lo tanto no había ni la considerablemente más mínima esperanza de que sucediera un milagro que le devolviera a la vida.

“En el momento en que Cristo viene a los muertos van a vivir; cuando Cristo venga todos y cada uno de los que viven, no va a morir eternamente.” Lázaro volvió de la desaparición a una continuación su historia mortal. Por el contrario los que oyen el grito en el último día son conocidos como a la vida de resurrección. Pero antes que la vida de resurrección logre ser dada a el resto, Jesús mismo debe ser levantado de entre los muertos.

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Valida las afirmaciones de Cristo sobre Sí Mismo, corrobora Su expiación en la cruz y provee la promesa de la vida eterna. Familiarícese con los cuentos de la resurrección y alabe a Dios por resucitar a Cristo como las primicias de la resurrección por venir. El descreído repudia ambas cláusulas de este glorioso YO SOY (el que cree en mí, más allá de que esté fallecido, va a vivir. Jesús es la resurrección; por ello, “el que cree en mí, si bien muera vivirá”. El que cree en mí, si bien haya fallecido, vivirá; y todo el que que está vivo y cree en mí, no va a morir para toda la vida. Otro de los segmentos es que JESÚS no subió al PADRE hasta tras la resurrección, pero JESÚS le afirma que ese día va a estar con Él, o sea la vida eterna que empezó a compartir con JESÚS, pues tras la cruz comenzó la SALVACIÓN y el estar con JESÚS ya es el Paraíso.

La omnipotencia y la clemencia de Dios son reveladas en el momento en que Jesús se ha revelado como el Hijo de Dios. El Padre y el Hijo son del mismo modo revelados en el ejercicio de esos atributos de Jesús en el momento en que Él resucitó a Lázaro de entre los fallecidos. El resplandor de la gloria del Hijo de Dios es el resplandor de gloria del Padre.

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