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La historia real de Gelds 24-36 al descubierto

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Las cuestiones sobre los intereses tampoco se habían apaciguado en esa época. De esta forma, en el mes de febrero del 50 Cicerón escribía a Atico para in­ 13 ln Cic. 24, p. 194 St. 14 Liv. XXXV, 7, 2; cfr.

15 P. 516 L. Unciaria ¡ex- appeüari coepta est, qua/ti L. Su lia et Q. Pompeius Rufus tuierunt, quae sanctum est, ut debitores deciman partern (sortis annuis usuris penderent?) Niebuhr. 16 A d fam .

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X, 6, 3; Liv. XXII, 33, 2; XXIV, 11, 7; XXV, 3, 13; XXXIX, 19, 4; Sen. cons. XII, 6; nat. I, 17, 8. Esta es una prueba irrefutable de su historia en esa temporada, si bien no de la datación originaria, cuya antigüedad no tenemos la posibilidad de garantizar. En nuestra opi­ nión, una buena sucesión cronológica se comenzaría con el didracma romano-campaniense y meridional, seguido por el cuadrigato y el victoriato, y para finalizar por el denario, ubicando como término último no 187, como hacen Mattingly y Sydenham, sino 211.

La iniciativa de Cayo, como otras, se dirigía a hallar el acompañamiento de otras capas de la población para realizar la ley agraria y la obra de democratización del sistema político, que todavía es la característi­ ca de su obra. Era, ya que, de carácter complementario y es imposible aducir en prueba de que la crisis era de carácter urbano y no tenía, contra la clara lectura de las fuentes, fundamentos inherentes a la situa­ ción del campo. En exactamente el mismo plebiscito se disponía la fundación de colonias en Si­ cilia, Acaya y Macedonia23, substrayendo con ello al Senado el po­ der de tener las tierras provinciales. Estas medidas no interfiere­ ban a Italia én sentido riguroso, si bien eran de este modo como para provo­ car indecisión y miedo en la campiña y alentar novedosas aguardan­ zas de reformas. Luego vienen las grandes colonizaciones de la temporada de Sila, que provocaron transformaciones profundas y difundidas de la propie­ dad en Italia. Concernían a asignaciones a los veteranos en compen­ sación de sus servicios.

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81 Ibidem II, 7. 82 Ibidem II, 3. XXXIII, diez , 133 da 50.000.000 en tierras y cuen­ ta que, según Craso, una persona no podía considerarse rica si no estaba en condicio­ nes de construir una legión con las rentas de un año. Un ejército, normalmente, según Cic. I, 8, 25; cfr. parad, stoic.

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207 Exp. tot. mundi, LVII. LX, 16; cfr. CXXIII, 16, PL.

VIII, 22, 1-2. IX, 28, 8; IX, 28, 7. IX, 26, 3-5; opción opción alternativa, destruir la ciudad de Lucera o mandar una colonia; Fest.

También en el primer cuarto de siglo, entre 385 y 382, había habido ciertas fundaciones7, pero esta política se reanudó solo desde 334 con la fundación en Cales, Campania, de una colonia latina8. Una única etapa comienza con la fundación de Ariminum en el 26820, a la que proseguirían Firmum en el Piceno en 26421, Spoleto en anterior al foedu s Cassianum y por tanto ámbas colonias no podían, aceptada su his­ toricidad, estar fundadas por la Confederación latina y formadas también por romanos. 7 Satricum ; Nepete , Sutrium , Setia . Véase, sin embargo an­ tes, nota 3. VIII, 16, 14; Vel.

V. asimismo Kyr. III ad X L I, 16, PG . L X X , 8; Jeron. a d Isai. VIII, 25, PL.

Solo tenemos la posibilidad de conjeturar que se había mostrado mucho más sensible a los intereses del trabajo, ya que el jefe de la escuela proculeyana, M. Antistio Labeón, era un representante de las corrientes republicanas inflexibles, hijo de Pacuvio Antistio Labeón, entre los conjura­ 2 contra César, y , a juicio de su antagonista Ateyo Capitón, exce­ 45 Estrab. III, 2, diez p. 148. XLV, 18, 3. 47 Poseid.

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