Iglesia Cristiana

El Inexplicable Secreto sobre El Publicano Y El Fariseo al descubierto

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el publicano y el fariseo

El ser publicano representaba en preciso sentido el estar separado de Dios; y relacionado a la vida de los bienes materiales. El publicano, en cambio, asegura la realidad de su indignidad, por eso solicita perdón. No se compara con absolutamente nadie, se sitúa en su ubicación y Dios le mira con compasión. La suya es una oración humilde, y, de ahí que, es escuchada y comienza bendiciones del cielo.

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La Palabra De Dios

El Imperio Romano respetó -generalmente- las prácticas judías, pero demandaba el pago de unos impuestos muy superiores. Los altos impuestos cobrados por Roma sumían al país en una situación de pobreza. Una parte de la población estaba doblegada a esclavitud con el objetivo de agradar las deudas. No es extraño que los hombres depauperados, antes de caer en la esclavitud, intentaran vivir del bandidaje. La Apocalíptica es aquella corriente religiosa que contempla la verdad humana como algo totalmente corrompido. Sólamente una directa intervención de Dios puede editar a la humanidad.

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Nuevos Análisis

No seguir a Jesucristo a través de la fe y el arrepentimiento, hace que la vida este esclava a los deseos carnales que batallan en el alma. Cristo vino a traer luz en medio de las tinieblas, sino cambiamos vamos a morir en nuestros errores. El fariseo pensaba que era especial y que no necesitaba la asistencia de Dios, pero el publicano sabía que no era particular y que precisaba la ayuda de Dios. Esta parábola, por ende, exhibe la relevancia que posee la humildad y el arrepentimiento en contraste con la soberbia.

La parábola del fariseo y el publicano quiere enseñarnos la naturaleza de la humildad cristiana. La humildad es la virtud de ser verdadera en frente de la vida que nos ha tocado vivir. Humilde es aquel que mirándose a sí mismo se ve como és es, que contempla a los demás como son, y que intenta ver el planeta como verdaderamente se muestra. Exactamente la humildad es la virtud interior de ser verdadera frente a la vida, pero no se limita a eso. La humildad de nuestra vida únicamente medra y se realiza, en el momento en que nos encontramos en contacto con los pobres y enclenques de nuestro mundo. Ellos nos hacen tener los pies en suelo y ser realistas frente a la vida.

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Sería buenos que aprendiesen a rezar de otro modo, sin buscar nuestra justicia, sin esperar tener la razón, tratando hallar mejor la razón de los otros. De esta manera rezaba este hombre, nos afirmaba el catequista, tras una columna. No se justificaba echando la culpa a los otros (como podría y debería hacer quizá), sino reconoce su culpa y la decía frente Dios, en ejercicio de sinceridad interior y enserio. No había venido a la iglesia para justificarse, sino más bien para mirarse en el espéculo de Dios, descubriendo su necesidad de conversión, de cambio.

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Procurar descubrir las reacciones que se ven en la parábola y explicar qué actitud le gusta mucho más a Dios. El publicano no se animaba a ver a los cielos pues sentía vergüenza de él mismo y le pedía a Dios clemencia por sus pecados. Vimos dos géneros de personas y 2 tipos de frases. Tenemos la posibilidad de sacar como enseñanza que las cosas la debemos realizar para Dios, nuestras oraciones deben salir desde el fondo de nuestro corazón y no solo de labios para afuera llevar a cabo la oración. Nuestra oración debe ser genuina y no como la del fariseo que se sentía orgulloso por rezar de esa forma.

El fariseo es inútil de mirarse desde adentro y contemplarse a los ojos de Dios. Es inútil de discernir en sí mismo aquello de lo que debe convertirse y entender aquello en lo que debe aprobarse. Riña por la perfección pero su corazón está cerrado a la clemencia de Dios. El, con su sola fuerza considera que ha logrado la perfección y desprecia a los imperfectos.

Es conveniente que el resto, a quienes caracteriza como ladrones, injustos, infieles, y publícanos. ¿Qué más puede soliciar de Dios que el alto estatus que disfruta? Su sentido sobrecargado de si mismo le separa, no solo de otros, sino más bien de Dios.

Pero los mucho más habituales y asimismo predominantes forman el grupo saduceo, cuyo nombre podría venir de Sadoc, antepasado tradicional de la rama “lícita” de sumos curas. De entrada, los fariseos no quieren supervisar sobre otros, sino más bien vivir intensamente la experiencia de pureza de la tradición israelita, cultivando de una manera extremista las reglas de separación sagrada. Todo nos deja sospechar que ellos no se oponían de una forma directo a Jesús en el tiempo de su historia, ya que unos y otros (fariseos y Jesús) representan movimientos de renovación judía bastantes semejantes. He comentado la parábola de Lucas, on line eclesial. En este momento quiero enseñar una corto historia e identidad de los fariseos, desde un criterio académico, reiniciando mi entrada “fariseos” en Diccionario de las Tres Religiones, Estella 2009, . Los fariseos han crecido y prosiguen ocupando el centro de varios santuarios y palacios de congresos, de consejos de administración de las compañías y de bancos y negocios.

Va preguntando siempre y en todo momento y en todo instante las proyectos que le quedan por llevar a cabo para ser realmente bueno. Calcula sin cesar el haber y el debe de su cuenta religiosa. Transporta un cuaderno de contabilidad, es un capitalista espiritual y puede entender los méritos que tiene, el capital espiritual del que dispone.

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