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la cena del señor
Es dado por el Señor para asegurar la redención de ellos. Esta fundamental transacción quería ser una señal, y la señal siempre debe colocarse en sitio aparente. Tras distribuir el pan, Jesús tomó la copa, la bendijo, y la dio a sus discípulos. No hace aparición que El derramara el vino en presencia de ellos, y por consiguiente esto no se considera como fundamental para la celebración de la Cena del Señor. El Dr. Wielinga, sin embargo, infiere, del hecho de que el pan debía ser partido, que el vino debía también verterse, a la visión de los comulgantes. El nuevo sacramento quedaba relacionado con el elemento central de la comida pascual.
Pero las reglas que Pabloentregó a los cristianos corintios eran simplemente las enseñanzas y prácticas que los apóstoles, recibieron de Jesús. Pablo no habla de ceremonias, y rituales, sino más bien de enseñanza y doctrina básica. ¡Qué pocos actualmente están prestos a decir lo que pablo dijo! En cambio, por el deber y también impiedad, veloz mencionamos, “No me mires a mí, mira a Jesús.” Si bien es verdad en el desenlace todos debemos mirar a Jesús, todos nosotros debemos ser ejemplos de esos que tienen la visión en Jesús.
B Señal Del Pacto
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Al comer el pan, Jesús se revela a nosotros y en nosotros; Jesús a través de Su muerte produjo la vida en nosotros, Su cuerpo llagado produjo sanidad y salud. Su humildad venció el orgullo, Su auténtico amor desarmó el odio. El comer de Su carne nos irá a abrir los ojos de nuestro comprensión, para que conozcamos todas y cada una de las riquezas que Él nos ha concedido, y para tengamos la posibilidad verlo a cara descubierta.
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Con toda posibilidad Jesús habló arameo y no usó para nada cópula alguna. Y mientras que se encontraba enfrente de sus discípulos en el cuerpo, no hubiera podido realmente bien decirles con toda responsabilidad que El tenía su cuerpo en su mano. Además de esto, aun sobre el concepto católico de roma, no podría haber dicho con verdad, “este es mi cuerpo”, sino únicamente decir, “esto se está transformando ahora en mi cuerpo”.
la cena del señor
Así que la Cena del Señor nos asiste a ver hacia arriba, a Cristo, y ser conscientes que la genuina vida sólo puede estar en él y con él. Es esencial que hallemos nuestra comida espiritual en Jesucristo. La Cena del Señor figura esta verdad continua. “El que come mi carne y bebe mi sangre, prosigue en mí y yo en él” (v. 56), quiere decir que nosotros habitamos Cristo, y él vive en nosotros.
- En tu cuerpo fueron llevadas todos estas anomalías de la salud.
Nuestra vocación es una vida de servicio a Dios, los unos a los otros, y a ti. En esta comida la iglesia se separa de algún otro cuerpo y asociación. La iglesia primitiva enseñó que tienen que ser parte solo esos que son bautizados, probados en el períodico vivir y unidos en comunión con la comunidad de la iglesia.
Como la teoría de la transubstanciación, la consubstanciación también afirma la presencia real del cuerpo y de la sangre del Señor, pero asegura que cohabitan con los elementos naturales. Según esta teoría, el pan, más allá de que sea realmente pan, también tiene dentro el cuerpo físico del Señor. Y el fruto de la vid, aparte de ser jugo de uva, es la sangre de Cristo. Los que enseñan de esta forma piensan que este cambio se efectúa sin la consagración del sacerdote.
Estaríamos transformando el sacrificio de Cristo en algo que se puede comprar o poder por medio de las proyectos. Perdemos la esencia de la felicidad de Dios. No tenemos la posibilidad de medir la dignidad de tomar la Cena del Señor exactamente en qué tanto me estoy esforzando en mis obras. Si el pecado fuera lo que determina nuestra dignidad de tomar o no tomar la Cena del Señor, todos seríamos impropios. Pero la felicidad de Cristo nos excusó y nos deja tomar de su cuerpo y su sangre. La Cena del Señor no te condena, sino más bien, te recuerda la felicidad de Dios sobre tu vida.
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Reflexión sobre la PASCUA ETERNA [2 de 4] – La Pascua Judía – La Cena Pascual de un mejor pacto. Por FRANK MORERA de Apologética Siloé. En el Libro del Éxodo, capítulo 12, versículo 14 el mismo Señor Dios da una orden a Moisés. https://t.co/OmETiN6iBy
— Pildorasdefe (@Pildorasdefe) April 15, 2021
Los contendientes de la Cena del Señor deben ser pecadores arrepentidos, que están preparados a aceptar que por sí mismos están perdidos. Deben tener una fe viva en Jesucristo, de tal manera que confíen para su redención en la sangre expiatoria del Salvador. Y al final, deben tener un deseo beato de crecimiento espiritual y de una conformidad poco a poco más grande a la imagen de Cristo. Representan, no sólo la desaparición de Cristo como el objeto de la fe, y el acto de la fe que une al leal con Cristo, sino más bien asimismo el efecto de este acto, en el sentido en que da vida, fuerza y gozo al alma. Exactamente como el pan y el vino nutren y dan vigor a la vida corporal del hombre, de esta manera Cristo mantiene y aviva la vida del alma. Los creyentes se representan en la mayoría de las situaciones en la Escritura como los que tienen en Cristo vida, fuerza y felicidad propia.
Los integrantes adinerados venían primero, y comían una enorme cena y también se emborrachaban. Los miembros pobres venían en último rincón, aún hambrientos. El adinerado no estaba distribuyendo con el pobre (vv. 20-22). Ellos verdaderamente no estaban compartiendo la vida de Cristo, pues no hacían lo que él haría, no eran comprensivos de lo que significa el ser integrante del cuerpo de Cristo, y que los integrantes tienen las responsabilidades entre si unos con otros. La crucifixión de Jesús tiene una relevancia continua en todos quienes han tomado una cruz para proseguirlo.