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Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. 12 Y ejercita todo el poder de la primera bestia en presencia de ella; y hace á la tierra y á los moradores de ella venerar la primera bestia, cuya llaga de muerte fue curada. Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes á los de un cordero, mas conversaba como un dragón. Ejercita toda la autoridad de la primera bestia en su presencia, y provoca que la tierra y los que habitan en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente. Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Utilizado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
De esta manera cumplirá la misión prefigurada por el Siervo Sufriente de Isaías, de quien leemos en la primera lectura de este domingo. La copa (o “cáliz”) es una imagen que, en el Viejo Testamento, se refiere al juicio de Dios. Los malvados deberían tomar de ella en castigo por sus errores (cfr. Sal 75, 9; Jer 25, 15.28; Is 51.17). Pero Jesús vino a tomar esta copa en pos de toda la humanidad. Vino a ser bautizado—esto es, decir meterse o hundirse—en los sufrimientos que hemos merecido por nuestros errores (cfr. Lc 12, 50).
Bestia Del Mar
Pero al medrar el resplandor del sol pudieron ver el amanecer de una exclusiva creación. Él fue un Espíritu que da vida (véase 1 Corintios 15,45) y llena a sus apóstoles de ese Espíritu. Como oímos en la primera lectura de hoy, ellos brindaron testimonio de su resurrección con enorme poder. A través de su testimonio, trasmitido a la Iglesia mediante los siglos, sus enseñanzas y tradiciones llegan a nosotros (véase Hechos 2,42). Pero jamás conocimos a Jesús en persona, ni lo oímos predicar, ni lo vimos resucitar de entre los fallecidos.
Pero el camino al reino de Cristo es por la vía de su cruz. Para compartir su gloria, hemos de estar prestos a tomar de la copa de la que El bebe. La escena en el camino a Jerusalén evoca la procesión jubilosa profetizada por Jeremías en la primera lectura de el día de hoy. Dios, por medio de su Mesías, libera a su pueblo del exilio, trayéndolo desde los confines de la tierra, con los ciegos y cojos andando entre los demás.
El Destino De La Bestia Y El Falso Profeta
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El evangelio de este domingo nos enseña a Jesús como Señor, el Buen Pastor, que hace descansar a su pueblo en las verdes praderas y prepara un banquete para ellos (cfr. S 23, 1.5). No hay amor mucho más grande que el de quien da la vida por otros (cfr. Jn 15, 13). Quizás por este motivo Jesús, en el Evangelio de este domingo, le dice al escriba que no está lejos del reino de Dios. El evangelio de este domingo está tomado de un largo alegato en el que Jesús charla de preocupaciones como no las “ha habido desde la creación de todo el planeta” (cfr. Mc 13, 19). Detalla una especie de disolución de todo el mundo, un retorno de la creación a su estado importante de vacío y caos.
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¿Porque deseó Jesús hacerse un bebé, tener una madre y un padre, y vivir casi toda su historia en una familia fácil? En parte, lo logró para descubrir el plan de Dios de que toda la gente viva como una “sagrada familia”, congregada en su Iglesia (cfr. 2Co 6, 16-18). En la Sagrada Familia de Jesús, Maria y José, Dios nos enseña nuestro verdadero hogar. Desea que vivamos como sus hijos, “seleccionados, santurrones y bien amados”, como afirma la primera lectura. Alguien mucho más grande que Salomón está aquí (cfr. Lc 11,31). Vino a revelar que todas y cada una las personas son coherederas de la familia real de Israel, como enseña la epístola de este domingo.
Como oímos en la epístola de el día de hoy, mediante su particular sacrificio en la cruz, El puso a nuestro alcance, de una vez por todas, la posibilidad de acercarnos a Dios. Amamos a nuestro prójimo porque no podemos estimar a Dios, a quien no hemos visto, si no amamos esos que fueron creados a su imagen y semejanza; a quienes sí vimos (cfr. 1 Jn 4, 19-21). Y, nuevamente, somos llamados a imitar su sacrificio de amor en nuestras vidas. Podemos aguardar confiados, a sabiendas de que un día vamos a tener la alegría eterna a la derecha del Señor, como oramos en el salmo de este domingo. En primer lugar, la red social humana—naciones y reinos—se quebrantará (cfr. Mc 13, 7-8).
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Este simbolismo identifica a la bestia como el Imperio De roma. Entre las cabezas de la bestia sufrió una herida “mortal” de la que fue sanada milagrosamente (v. 3). El planeta se encontraba tan asombrado en este giro de hechos que siguió a la bestia. A la bestia se le dio autoridad para ejercer su poder por 42 meses, tiempo a lo largo del que “se le dejó hacer la guerra a los santurrones y vencerlos” (v. 7).
Scaring the nation with their guns and ammunition. From Genesis, to Revelation, the next Generation. pic.twitter.com/KjvcEnazFo
— stiritup (@stiritup11) April 22, 2021
A ellos, y sólo a ellos, se les otorga que vuelvan a entrar en Edén. Logran ingresar por medio del sacrificio de Cristo, en el que fueron refinados y en el que han recibido un nombre nuevo. Estaban “llenos de prácticas… del oriente”, o en otras palabras, procuraban las filosofías religiosas de los dioses de los asirios y de otras naciones paganas con el afán de hallar poder y apoyo. Actualmente la multitud busca sabiduría y guía en las filosofías y religiones de los hombres en vez de procurarlas en el evangelio. Mediante la revelación (“visión”) que recibió, Isaías consiguió gran comprensión de los problemas de todo el planeta en el que vivía y de las adversidades del futuro. En la sección F de Temas suplementarios se encuentra un comentario relacionado con los reyes, las temporadas en que vivieron estos y su pueblo, y la obra del profeta entre ellos.
Y sin embargo, Él nos ha dado expresiones de vida eterna. También a nosotros, Él nos ha prometido un nuevo hogar, la vida eterna; y nos ha brindado pan del cielo para fortalecernos en nuestro camino. Él nos dijo que si no ingerimos su Carne y no tomamos su Sangre, no tendremos vida en nosotros. Con las lecturas de este domingo concluye una meditación de cuatro semanas sobre la Eucaristía. “Escúchenme”, afirma Cristo en el Evangelio de este domingo.
- Había prometido que el reino de David duraría para siempre, que el hijo de David sería su Hijo y gobernaría las naciones (cf. 2 S 7,14-15; Sal 2, 7-9).